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6 elementos del relato literario que no pueden faltar en el tuyo

Actualizado: 11 ene


¿Crees que cualquier escrito en prosa que no alcanza la longitud de una novela es un relato?


Si has contestado que sí a esa pregunta, me temo que en este artículo te espera una pequeña sorpresa. Porque para que un relato sea digno de dicho nombre, ha de contener una serie de elementos muy bien definidos. En concreto, 6: los 6 elementos del relato imprescindibles.


Hoy vamos a definirlos de manera clara y sencilla. Si quieres aprenderlo todo sobre ellos, te recomiendo el curso gratis de La Escribeteca dedicado solo y exclusivamente a esta cuestión.



Algunos géneros prescinden casi absolutamente de alguno de los elementos del relato literario. En el caso del Kishōtenketsu, un tipo de narración japonesa en la que se dice que no hay conflicto. Personalmente creo que eso no es cierto al 100%, pero sí es verdad que la dinámica de fuerzas opuestas se diluye mucho en ese tipo de obras.


En cualquier caso, este ejemplo sirve para introducir una de las pocas verdades absolutas del aprendizaje literario.


Aunque hablemos de 6 elementos imprescindibles del relato, no hace falta que todos tengan el mismo peso, ni que estén presentes durante toda la narración.


Dicho de otra manera: puedes y debes usar estos elementos como herramientas para que tu relato brille. Peeeerooooo... solo tú sabes qué es lo que necesitas exactamente para trabajar. No obstante, tendrás más garantías de éxito al romper las reglas, si primero las conoces. Así que vamos a ello.


Dificultades a la hora de usar los 6 elementos del relato literario


Una de las cuestiones más peliagudas en el mundo literario es la de la extensión de los diferentes formatos literarios. Si haces una búsqueda en Google encontrarás respuestas para todos los gustos. Nosotras nos vamos a quedar con esta, del blog Café del escritor. Independientemente de los números exactos, lo que está claro es que los relatos son mucho más cortos que las novelas. Sin embargo, ambos formatos comparten los 6 elementos fundamentales, que también son, con algunas particularidades, los elementos del cuento infantil.


Así que ¿qué ocurre cuando tratas de encajar todas estas piezas en un puzle que no debe tener más de 10 000 o 15 000 palabras? Que tienes probelmas de espacio.


Es cierto que la tradición cuentística norteamericana contempla obras larguísimas, como las de Raymond Carver, un autor que apensa escribió dos novelas y que desarrolló la mayor parte de su obra en torno a relatos de... ¡Hasta 100 páginas! La pregunta se hace sola: ¿por qué los encuadramos dentro del relato si son tan largos? Pues, más que por la extensión, por el estilo y la técnica narrativa utilizadas. De estas cuestiones hablamos en nuestras guías de lectura.


También es buena idea que recuerdes que no todo lo que se escribe es relato o novela:

existen los ensayos y los textos experimentales, la poesía, el teatro y hasta los diarios íntimos. Cierto es que estás aquí porque tú quieres escribir relatos que honren al género. Pues bien, para sacar el máximo provecho a este artículo, escoge un relato que no sea tuyo y contesta a todas las preguntas que vamos a plantear. Verás como al final tienes una idea muy clara de lo que debes buscar para corregir tus propias obras.



Los 6 elementos fundamentales del relato literario


1 Historia


En un relato, la historia es lo que se cuenta, los hechos. Nada más y nada menos que eso.

Si alguien te pregunta: ¿De qué va El ciclo de la luna roja, de José Antonio Cotrina? Tú contestas: va de unos chavales que reciben la visita de un mago extraño que los engaña para ir a un mundo fantástico donde todo es oscuro, sospechoso y peligroso. A los chavales les suceden un montón de aventuras extrañas.


Si tu relato favorito fuera Caperucita Roja, la historia sería la siguiente:


  • Una madre pide a su hija que vaya a casa de su abuela. Le da instrucciones sobre lo que debe hacer y evitar. También le explica que su abuela esta enferma.

  • La hija se adentra en el bosque.

  • Se encuentra con el lobo, desobedece a su madre y habla con él.

  • El lobo se adelanta a la niña, va a casa de la abuela y la mata.

  • Cuando la niña llega a casa de su abuela se encuentra al lobo suplantándola.

  • Ambos mantienen una extraña conversación.

  • El lobo se come a la niña.


A partir de ahí, las diferentes versiones difieren, pero no es esto lo que nos interesa, sino dejar claro que la historia son los hechos. Nada más y nada menos.


Todas las historias del mundo tienen un planteamiento, un nudo y un desenlace.


En este caso, el planteamiento es todo lo que sucede antes de que la niña salga de su casa, el nudo todo lo que pasa desde que sale hasta que llega a casa de su abuelita y el desenlace, lo que sucede allí, en casa de la abuela.


Por supuesto, las historias se pueden contar de diferentes formas: los hechos se pueden ordenar de tal manera que una historia comience por el principio, por la mitad o por el final. Y eso da lugar a diferentes recursos narrativos.


Pero, independientemente de cómo tú decidas ordenar los hechos, estos habrán sucedido en un orden determinado.


Así que, quédate con esta idea y no te dejes engañar por el fantasma de las estructuras complejas en literatura: todas las historias comienzan, se complican y se resuelven. De verdad. Te digan lo que te digan.




2. Argumento


¿Creías que historia y argumento eran lo mismo? Pues lo siento, pero no. Si quieres saber cómo escribir un relato, te toca distinguir argumento e historia.


Quizá conocer los orígenes de la palabra argumento te ayude:


La palabra "argumento" viene del latín argumentum, compuesto del verbo arguere (argüir, dejar en claro) y el sufijo -mentum (-mento = instrumento, medio o resultado).


Es decir, que un argumento es un instrumento para dejar algo claro. Una herramienta para explicar. O, aplicado a nuestro campo: el MOTIVO por el que suceden los hechos que forman la historia.


Imagínate que estás leyéndole un cuento a una niña. La típica historia de antes de ir a dormir. Una que te sabes de memoria y en la que no piensas mucho.


Érase una vez una niña blanca como la nieve, con el pelo negro como el carbón y las mejillas rojas como manzanas a la que todo el mundo llamaba Blancanieves. La niña vivía en un castillo con su padre y una madrastra que era muy guapa.


La madrastra, además de guapa, era muy vanidosa y tenía un espejo mágico al que siempre le preguntaba “Espejo espejito ¿quién es la más guapa del reino?”. Y el espejo, que siempre le había contestado que ella era la más guapa, cuando Blancanieves crece le contesta “la princesa Blancanieves es más guapa que tú”.


La lectora es como la niña a la que le estás contando el cuento y, si no dejas claros los motivos por los que pasan las cosas, se preguntará constantemente ¿por qué?


La diferencia con la niña a la que le lees antes de dormir, es que para ella puedes improvisar una respuesta, pero para tu lectora no. Tu lectora tiene tu relato en las manos.



3. Personajes


Los personajes son uno de los elementos imprescindibles del relato literario porque no existe ninguna historia sin personajes.


Para ser honesta, puede que esta sea la verdad más universal que he encontrado en todos los libros sobre como escribir relatos. Incluso más que la que mencionábamos al principio del artículo.


Puede que los personajes no sean humanos, puede que sean insignificantes o que el espacio o el tiempo funcionen como personajes. Pero no existe una historia en la que los acontecimientos no le sucedan a alguien.


Habrás oído que el protagonista es el motor de la acción. Si traducimos acción por hechos; es decir, por historia, lo que tenemos es que sin protagonista, no hay historia. Y sin historia no hay relato o novela.



4 Conflicto


En todo relato hay algún tipo de confrontación. Una contraposición entre los deseos del protagonista y los del antagonista. Es a esto a lo que llamamos conflicto y es la fuente de la que surge la tensión.


El conflicto y los obstáculos, de los que hablaremos a continuación, en combinación con los personajes, crean tensión. El ritmo, el espacio, todo en un relato colabora para crear tensión creciente y decreciente. Y es gracias a ella que las lectoras continuan leyendo. Sin esa tensión, se pierde el interés.



5 Obstáculos


No queremos leer novelas o relatos en los que todo sale bien desde el principio. Por eso sumergimos a los protagonistas de nuestros relatos en conflictos de cierta importancia y les lanzamos obstáculos que creen tensión.


En una novela de aventuras, el conflicto es menos importante que los obstáculos. Por ejemplo, en Regreso al futuro, la acción es más importante que el conflicto. Pasan muchas cosas que van complicando la posibilidad de Marty de volver a 1985.


En relatos en los que el conflicto es más importante que los obstáculos, el ritmo suele ser más pausado y la lectura más densa. Esto pasa, por ejemplo, en Soy Leyenda o La Metamorfosis. Ambas son novelas cortas, así que puedes echarles un vistazo rápido.


6. Clímax


El clímax es el punto más delicado del relato. No es exactamente el final del mismo, pero sí es el momento al que se dirigen todas las acciones del protagonista y todas las expectativas de la lectora.


El Clímax debe resolver el conflicto de una manera o de otra. Por ejemplo, puedes darle al protagonista lo que buscaba, o bien puedes negárselo. Quizá prefieras buscar un agridulce punto intermedio…


  • Indiana no se queda con el Arca, pero los nazis tampoco. El espectador queda satisfecho porque hay un ganador, aunque quizá no gane de la manera esperada al 100%.

  • Marty McFly regresa al futuro y resuelve así el conflicto que anima toda la película.

  • Gregorio Samsa y el protagonista de Soy Leyenda mueren y así se crean clímax emotivos de gran significado para las lectoras.



Otros elementos del relato literario que también debes tener en cuenta


Ambientación


El escenario de tu relato es vital. Dónde transcurran los hechos de tu historia puede ejercer gran influencia sobre tus personajes. Piensa, por ejemplo, en todo el terror gótico que se basaba en casas encantadas y parajes mágicos. El escenario no solo importa cuando es un personaje en sí mismo, como en el caso de la Casa Usher o de Comala. También tiene relevancia saber si tu historia sucede en una gran ciudad o en una pequeña aldea.


Y esta es una decisión que debes tomar antes de empezar a escribir, ya que los recursos a los que pueden acceder tus personajes se verán afectados por ella.


Por ejemplo, es posible que en una gran ciudad haya comercios abiertos las 24 horas, pero esto es más difícil de encontrar en pueblos pequeños. Así que, si tu protagonista debe comprar algo a la una de la mañana y vive en un pueblecito, lo tendrá difícil.


Ten en cuenta además que la ambientación no se refiere solo al escenario físico donde transcurren los hechos. La época también forma parte de esa ambientación y determinará el modo en que las personas se relacionan unas con otras, las diferentes costumbres sociales y hasta el modo de vestir.




El tiempo


El orden en que decidas contar tu historia es importante. De él dependerán las emociones que causes en tus lectoras y el interés que despiertes en ellas.


Aprender a manejar flashbacks, flashforwards, elipsis y el resto de recursos temporales hará que tu obra sea mucho más rica e interesante.


Eso sí, hagas lo que hagas con tu historia, procura que lo que cuentes siempre quede claro a tus lectoras. Para ello, pregúntate si es evidente quién aparece en una escena, dónde transcurre esa escena, cuándo pasa lo que pasa y qué hace el personaje en cuestión.


La emoción: una de las claves de la escritura


Tus lectoras se involucrarán con tu obra si les toca el corazón, el estómago o la glándula donde se localiza la indignación. Y para que eso ocurra tienes que transmitir emociones. Los primeros que deben sentirlas son los personajes, así que asegúrate de que tus lectoras saben qué significado emocional tienen los hechos de la historia para los personajes a quienes les suceden.


Si a tus personajes les da igual lo que les pasa, imagínate a tus lectoras.


Algunas preguntas que puedes hacerte para averiguar si tu relato contiene los elementos principales


Ha llegado la hora de que leas tu propio relato y contestes estas preguntas. Son sencillas, pero te servirán para diagnosticar de qué sufre tu narración y así podrás ofrecerle el tratmiento que necesita:


¿Cuáles son los hechos que narras en tu relato?

Debes tenerlos claros. Haz una lista de todo lo que pasa. Así te será más fácil decidir si esos hechos son relevantes o no.


¿Por qué suceden esos hechos y no otros?

Lo que pasa en tu relato tiene que tener lógica. Unos hechos se relacionan con otros mediante relaciones de causa a efecto. Todo tiene que tener un por qué. ¿Conoces los por qués de tu historia?


¿Quiénes son tus personajes?

Haz también una lista de todos los personajes que aparecen y anota qué funciones cumplen. A lo mejor te sobra alguno que solo hace lo mismo que otro más importante o atractivo. O quizá te falte un personaje que deje clara alguna cuestión mediante sus acciones.


¿Cuál es el conflicto de tu historia?

Recuerda: antagonista y protagonista deben perseguir el mismo objetivo u objetivos opuestos. ¿Tienes claro por qué se enfrentan? Anótalo, así podrás diseñar los obstáculos.


¿Contiene tu relato obstáculos suficientes?

Para que la victoria de tu protagonista sepa mejor, debe haberlo pasado muy mal antes de obtenerla. Y la manera de conseguir que sufra es lanzarle obstáculos. Diviértete en esta fase de la escritura.


¿Funciona tu desenlace?

El final de un relato es lo que deja un buen o un mal sabor de boca a tus lectoras. Procura que el tuyo esté cargado de significado para que sigan leyendo tus obras.


Y, recuerda, para aprender a manejar los elementos del relato, nada mejor que el curso gratuito que he creado para que, hagas lo que hagas, tus narraciones sean sólidas desde la primera idea hasta la última página. Apúntate haciendo clic en la imagen.








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