
Describir el dolor es uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos como escritoras. El dolor, en todas sus formas, es una experiencia humana universal, pero capturar su esencia en palabras es todo un reto ¿Cómo transformar una sensación tan íntima y profunda en un texto que resuene con nuestras lectoras sin sonar melodramáticas o sin minimizarlo? Lo mires por donde lo mires, no es fácil.
Por eso, en este artículo, verás algunas técnicas y estrategias que te ayudarán en la tarea de describir el dolor de manera auténtica en tus historias, desde el agudo hasta el crónico, pasando por el emocional. Sigue leyendo para descubrir cómo el dolor puede funcionar como catalizador para la transformación en tus narrativas.
Puedes escuchar una versión resumida de este artículo en el podcast de La Escribeteca
El desafío de plasmar el dolor en palabras
Trabajar con el dolor a nivel narrativo es una tarea compleja que requiere sensibilidad, empatía y precisión por nuestra parte. Describir el dolor va más allá de narrar la experiencia física o emocional concreta. No basta con decir que a tu protagonista le duele la cabeza, por poner un ejemplo. Nuestro objetivo debe ser que las lectoras sientan, si no las punzadas en las sienes, porque eso es imposible salvo con realidad aumentada, sí la importancia de ese dolor, cómo incapacita o molesta a nuestros personajes. O como les sirve de acicate para superarse. En esto, cada una escribe lo que quiere 😊.
Por supuesto, como todo lo que merece la pena, esta no es una tarea fácil, pero en realidad se trata de una oportunidad para acercarnos a nuestras lectoras, que es la mejor manera de que nos recuerden y decidan seguir leyendo nuestras obras.
La importancia de las descripciones precisas en textos narrativos
La precisión en las descripciones es el centro neurálgico de cualquier narrativa que aspire a tocar de verdad el corazoncito de las lectoras. Cuando describimos el dolor con exactitud, no solo informamos sobre el estado físico o emocional de nuestros personajes. Sobre todo, invitamos a las lectoras a vivir las consecuencias de ese dolor. Para ello hay que elegir cada palabra con cuidado, pensando en cómo cada sensación de dolor afecta no solo al cuerpo, sino también al espíritu y a la mente de quien lo sufre.
No se trata de exagerar, sino de encontrar el equilibrio perfecto que haga la lectora piense: «Esto es real, esto lo he sentido yo también». Al fin y al cabo, una buena historia se mide por su capacidad para hacer sentir. Así, convertimos los relatos en experiencias compartidas, en puentes entre nuestras vivencias y las de nuestras lectoras.
Pero antes de saber cómo describir el dolor, es necesario que distingamos las clases que existen.
Clases de dolor y cómo abordarlas en la escritura
Hablar de dolor físico implica tener en cuenta una amplia gama de sensaciones y emociones. La descripción del dolor variará enormemente dependiendo de su causa, intensidad y del efecto que tenga en el personaje. Aunque luego nos centraremos en el dolor agudo y el crónico, te dejo un listado de tipos de dolor físico y un resumen de formas de describirlos:
Dolor agudo: pinchazo intenso y repentino. Es el tipo de dolor que hace que nos detengamos en seco. Puedes describirlo como una cuchillada, un destello eléctrico o como si algo perforara la piel del personaje.
Dolor sordo: constante, menos intenso que el agudo, pero persistente y por lo general debilitante. Puedes describirlo como una presión continua, o como un peso que oprime una parte del cuerpo.
Dolor punzante: como si agujas o alfileres perforaran la piel. Este tipo de dolor puede ser descrito como ataques repentinos que recuerdan el picoteo de un ave o como si se estuviera caminando sobre cristales rotos. Verás que menciono diferentes tipos de pinchazos. Hay cientos más. Haz una lista de objetos o elementos punzantes y usa el símil que mejor se ajuste a tu escena.
Dolor ardiente: como si la zona afectada estuviera expuesta a una llama o a un ácido corrosivo.
Dolor crónico: es un dolor que permanece durante un largo período de tiempo. Se puede describir a través del efecto que tiene en la vida del personaje, como una sombra que lo sigue a todas partes, un compañero constante que le recuerda sus limitaciones, etc,.
Dolor muscular: tensión o fatiga en los músculos. Puedes describirlo como si los músculos estuvieran hechos de piedra, o como si alguien los retorciera y exprimiera.
Cuando describas el dolor, no puedes olvidar la reacción emocional y física del personaje. Las descripciones pueden incluir cómo afecta a su respiración, a su expresión facial, a sus movimientos, a cómo altera su estado de ánimo o su manera de pensar. Utilizar metáforas y comparaciones enriquecerá la descripción y ayudará a las lectoras a comprender la intensidad y el efecto del dolor.
Eso sí, procura que tus metáforas y símiles se alejan de los clichés.
Cómo describir el dolor agudo: palabras que cortan como cuchillos
Como decía más arriba, el dolor agudo es como un destello repentino e intenso que puede detener en seco a cualquier personaje.
Como herramienta narrativa, si lo usas con destreza, puede transformar completamente una escena o el desarrollo de un personaje. Pero, ¿cómo describir el dolor agudo de manera que trascienda la página y llegue al corazón de nuestras lectoras?
A través de palabras que cortan como cuchillos, podemos invitarlas a sentir la inmediatez y la urgencia de este tipo de dolor para que conecten a un nivel profundo y visceral con la experiencia del personaje.
Metáforas, símiles e imágenes para el dolor agudo
Te dejo una lista de 19, no para que las uses tal cual, sino para que te sirvan de disparador. haz una sesión de brainstorming contigo misma y recopila una biblioteca de metáforas, símiles s imágenes relacionadas con el dolor agudo.
Ser atravesado por un rayo.
Una estocada.
Un alfiler clavado bajo la uña.
Como si un puñal helado se retorciera en mis entrañas.
Un mordisco feroz de un animal invisible.
El golpe de una ola de espinas afiladas
Un zarpazo.
Un hilo caliente de fuego que recorre las venas.
Un alfiler gigante que perfora las sienes.
Huesos triturados por una prensa invisible.
Un latigazo súbito.
Sentí una explosión que desgarra por dentro.
Una serpiente de fuego que se enrosca en la pierna.
Un chispazo eléctrico que me dejó sin aliento.
Un enjambre de avispas que ataca los ojos.
Un anzuelo clavado en la laringe.
Un disparo de dolor que me parte en dos.
Un vendaval de cuchillas envolvente.
Un relámpago de hielo en el hígado.
Ejemplos de dolor agudo en la literatura
Gillian Flynn, Perdida

No habla de un dolor incapacitante, pero la descripción resulta efectiva de todas formas.
Go me clavó dos dedos en el esternón con dureza.
—Ni se te ocurra hacerte el puto interesante conmigo, Lance. «Oh, las chicas, siempre exagerando.» No me vengas con chorradas. Estás metido en un buen aprieto, amigo mío. Sácate la cabeza del culo y empieza a ayudarme a solucionar esto.
Sentí el golpe quemándome la piel por debajo de la camisa, mientras Go se alejaba de mí y, gracias a Dios, volvía a su cuarto. Me senté en su sofá, entumecido. Después me tumbé al mismo tiempo que me prometía que me iba a levantar.
Almudena Grandes, Las edades de Lulú

Habla de dolor agudo relacionado con el placer:
Recordé todos mis pequeños tormentos voluntarios, aquellos a los que quizá se entregan todos los niños pero que yo no he podido abandonar todavía. Apretar una goma en torno a la falange de un dedo, dar vueltas y vueltas hasta que la piel se vuelve morada y la carne empieza a arder. Clavar todas las uñas a la vez en la palma de la mano, hincar los dedos con fuerza y contemplar después las señales, pequeñas e irregulares medias lunas de color rojizo. Y el mejor, introducir una uña en la estrecha ranura que separa dos dientes y presionar hacia arriba, contra la encía. El dolor es instantáneo. El placer es inmediato.
Harry Potter y la Piedra Filosofal

En novela juvenil también se describe el dolor agudo, como muestra la saga de Harry Potter:
Había vivido con los Dursley casi diez años, diez años desgraciados, hasta donde podía acordarse, desde que era un niño pequeño y sus padres habían muerto en un accidente de coche. No podía recordar haber estado en el coche cuando sus padres murieron. Algunas veces, cuando forzaba su memoria durante las largas horas en su alacena, tenía una extraña visión, un relámpago cegador de luz verde y un dolor como el de una quemadura en su frente. Aquello debía de ser el choque, suponía, aunque no podía imaginar de dónde procedía la luz verde. Y no podía recordar nada de sus padres. Sus tíos nunca hablaban de ellos y, por supuesto, tenía prohibido hacer preguntas. Tampoco había fotos de ellos en la casa.
En Alguien voló sobre el nido del cuco, Ken Kessey

Describe el mecanismo de un electroshock pretendiendo que no produce dolor. Se compara con la lobotomía y aquí la técnica consiste en describir el procedimiento para que sean las lectoras las que infieran el dolor:
—El carnicero usaba un martillo. Y eso era justamente lo que inspiraba algunas reservas al colega. ¿Cómo tener la certeza de que el martillo no resbalará y partirá una nariz? ¿O incluso romperá toda una hilera de dientes? ¿Cómo resolver el problema de los gastos en concepto de dentista? Si la intención era golpear al paciente en la cabeza, sería preciso emplear algo más eficaz y certero que un martillo; por fin se decidieron por la electricidad.
—Cielo santo, ¿no pensaron que podía ser perjudicial? ¿El público no armó un cisco cuando se enteró?
—Creo que no tienes una idea muy clara de cómo es el público, amigo; en este país, cuando algo no funciona, todos se inclinan por la solución más rápida.
McMurphy mueve la cabeza.
—¡Anda! Electricidad a través de la cabeza. Pero si es como electrocutar a un tipo por asesinato.
—Los motivos aducidos en favor de una y otra actividad son mucho más parecidos de lo que imaginas; en ambos casos se trata de una cura.
— ¿Y dices que no duele!
—Puedo garantizártelo personalmente. No duele en absoluto. Un relámpago y de inmediato pierdes el sentido. Sin gas, sin inyección, sin martillo. Pero el caso es que nadie quiere volver a repetir la experiencia.
Laura Esquivel en Como agua para chocolate

Utiliza la imagen de unos labios abiertos.
Tita extrajo sólo media cucharadita de este aceite para mezclarlo con aceite de almendras dulces y preparar una excelente pomada para los labios. En invierno se le partían invariablemente, tomara las precauciones que tomara. Cuando era
niña esto le causaba gran malestar, pues cada vez que se reía, se le abrían sus carnosos labios y le sangraban produciéndole un intenso dolor. Con el tiempo lo fue tomando con resignación. Y como ahora no tenía muchas razones que digamos para reír, no le preocupaba en lo más mínimo. Podía esperar tranquilamente hasta la llegada de la primavera.
Y con este ejemplo de dolor agudo que hace referencia a un dolor mucho más hondo y sostenido en el tiempo, vamos a hablar precisamente de eso: cómo describir el dolor crónico.
Dolor crónico: una sombra constante en la narrativa
El dolor crónico, a diferencia del agudo, no es un visitante que viene, ofrece un show impactante y luego desaparece. Se asemeja más a una sombra constante que se cierne sobre los personajes, y que afecta a cada aspecto de su vida y, por ende, a la trama de tu historia.
Este tipo de dolor, persistente y a menudo de intensidad fluctuante, puede convertirse en un personaje en sí mismo o en una característica definitoria de tus protagonistas, puesto que modela sus personalidades y decide sus destinos.
Describir el impacto emocional del dolor crónico
El dolor crónico va más allá de la mera sensación física; lleva consigo un pesado fardo emocional. Describir este impacto implica sumergirse en cómo la constante presencia del dolor afecta el estado de ánimo, las relaciones y la visión del mundo de tus personajes. El dolor se convierte en un filtro a través del cual tus protagonistas ven su realidad, un tamiz que colorea sus interacciones y sus decisiones.
Las luchas internas, la frustración por las limitaciones impuestas por el dolor y el agotamiento que vsurge de intentar superarlo o ignorarlo, son aspectos cruciales que harás bien en transmitir. Este enfoque no solo favorece la profundidad de la caracterización sino que también resuena en las lectoras, que pueden identificarse con la lucha contra un enemigo invisible pero omnipresente.
Cómo el dolor crónico moldea a tus personajes
El dolor crónico tiene el poder de moldear a tus personajes desde lo más profundo.
Por una parte, puede ser el catalizador de su crecimiento y empujarlos a encontrar la fuerza desconocida que se esconde en su interior.
Por otra parte, puede ser un obstáculo con el que los personajes deben aprender a lidiar, pues afecta a sus objetivos, sus relaciones y su percepción de sí mismos y no desaparece nunca.
Al describir cómo el dolor crónico afecta a tus personajes, ten en cuenta tanto las batallas internas como las externas a las que se enfrentan. Puede que desarrollen una resiliencia fuera de toda métrica o puede que el dolor acabe con ellos. Ambas cosas añaden capas de complejidad al personaje, haciéndolo más humano, más real y, en última instancia, más cercano a las experiencias de las lectoras.
Metáforas, símiles e imágenes para describir el dolor crónico
Una orquesta desafinada que toca una sinfonía interminable en los músculos.
Un cinturón apretado alrededor del pecho que nunca se afloja.
Garras afiladas que se clavan suave pero constantemente en la espalda.
Un goteo de ácido que fluye lentamente por las venas
Un yunque colocado sobre los hombros, que presiona hacia abajo sin alivio.
Como si raíces espinosas crecieran bajo la piel, extendiéndose y enredándose en los músculos o en los órganos.
Un hormigueo persistente, como un enjambre de hormigas rojas provistas de grandes y hambrientas mandíbulas caminando bajo la piel.
Una presa que retiene un torrente de dolor, siempre a punto de desbordarse.
Un suelo de brasas siempre ardientes bajo los pies.
Un lienzo demasiado estirado, listo para rasgarse en cualquier momento.
Un reloj de arena donde cada grano que cae es un pellizco en la carne.
La sensación de estar envuelto en alambre de púas y no poder moverse sin sufrir una laceración.
Un glaciar que se desliza lentamente sobre el cuerpo, su frío penetra hasta el hueso.
Una capa de barniz que se endurece sobre la piel.
Ejemplos de dolor crónico en personajes de ficción
No es sencillo encontrar ejemplos bien escritos de personajes aquejados de dolores crónicos. Imagino que la tendencia a escribir sobre personajes jóvenes que puedan correr aventuras trepidantes tendrá algo que ver con esto. Sin embargo, Doris Lessing lo hace magistralmente en Diario de una buena vecina. En este fragmento asistimos al dolor de un personaje a través de la mirada de otro. Lo que refuerza el mejor consejo que existe acerca de escribir dolor y que ya mencioné en este artículo sobre cómo escribir escenas de acción: muestra las consecuencias, en este caso, del dolor.

El dolor de Maudie empeora. Tiene unas dosis de calmante muy bien controladas, tres veces al día, pero la observan, con ojos profesionales, cuidadosos, sonrientes, le hacen preguntas amables y, según lo que ven, lo que dice, aumentan gradualmente la dosis.
Cuando entro, a las seis de la tarde, está el vaso con el medicamento encima de la mesita junto a ella. Ellos saben que tomarlo representa para ella una derrota, lo peor, el final. Por eso no la apremian a hacerlo o la animan con buen humor. Cuando sienta que le apetece, dicen. Tómelo cuando lo necesite.
Maudie está sentada allí y yo siento su garra huesuda que aprieta. Balancea la cabeza para ver a su enemigo, el vaso con el contenido. Acto seguido, mira para otro lugar. En un momento, su mirada vuelve al vaso. Puedo oír cómo jadea cuando el dolor le quema el estómago.
He aprendido que no debo decir demasiado pronto: ¿Quiere la medicina, Maudie? Cuando lo hago, asiente con la cabeza, de una forma rápida y abstracta, como si pensara en algo mucho más importante; le acerco el vaso a los labios, que se adelantan ansiosos, como criaturas independientes de ella y se doblan encima del borde del vaso como para chupar el contenido.
–Me están robando la cabeza, matan mis pensamientos –me ha musitado, con reproche, dolor, rabia.
Por lo menos no ha dicho–: Tú me robas...
Las pasadas dos noches, deambuló por la habitación una enfermera, sonriendo, vigilando su reino, uno, dos, tres, cuatro; ha ido de una cama a otra, mirada despreocupada, pero de una forma tan eficiente, trabajando en cada cara anciana –en esta habitación todas son ancianas– y, luego, después de un rato junto a Maudie:
–¿Cómo se siente esta noche, señora Fowler? Buenas noches, señora Somers –y le ha dicho a Maudie–: Si cree que necesita algo para dormir, sólo tiene que llamar.
Esto significa: Si el dolor aumenta...
Ambas noches, antes de irme, Maudie ha agarrado mi falda al levantarme, musitando:
–Diles, no lo olvides... tomaré un poco de leche o algo.
Voy a la mesa de guardia y lo traduzco:
–Me parece que la señora Fowler precisará un poco más de calmante.
–No se preocupe por ella, estaremos con ella en un momento.
Ciertamente, éste es el caso.
Puedo escuchar el pensamiento de Maudie, mientras me apresuro para llegar a casa, entrar en mi baño, que es mi medicamento y mi estado de olvido: si me hubieran ofrecido algo de esto cuando lo necesitaba, cuando no tenía nada que darle a mi Johnnie, y por esta razón me lo robaron...
George R.R. Martin es un poquito más explícito y gore en Fuego y sangre:

Hemos dicho a todo el mundo que la princesa Aerea murió de fiebres, y es cierto en sentido estricto, pero se trataba de una fiebre que jamás había visto y que espero no volver a ver nunca. La princesa estaba ardiendo. Tenía la piel roja e inflamada, y cuando le ponía la mano en la frente para ver cuán caliente estaba, era como meterla en una olla de aceite hirviente. Apenas le quedaba un adarme de carne sobre los huesos, tan demacrada y consumida se encontraba; pero, además, pudimos observar ciertos… abultamientos… en su interior, como si la piel se inflase y luego volviera a hundirse, como si…, no como si, ya que tal era la verdad: había cosas en su interior, cosas vivas que se movían y se retorcían, tal vez en busca de una salida y, que le causaban tan grandes dolores que ni la leche de la amapola la aliviaba.
Dijimos al rey, como desde luego dijimos a su madre, que Aerea no habló en ningún momento, aunque es mentira. Rezo por olvidar pronto ciertas cosas que susurró a través de sus ajados y sanguinolentos labios. No logro olvidar cómo suplicaba la misericordiosa muerte.
Todas las artes del maestre se vieron impotentes contra la fiebre, si es que, en efecto, podemos dar a tal horror un nombre tan común. El modo más sencillo de explicarlo es que la pobre niña se cocía por dentro. La carne se oscurecía más y más y luego comenzaba a resquebrajarse, hasta que la piel ya no se asemejaba más que a (que los Siete me perdonen) cortezas de cerdo. Finos hilillos de humo le surgían de la boca, la nariz e, incluso, y más obscenamente, los labios menores. Para entonces ya había dejado de hablar, si bien los seres de su interior continuaban moviéndose. Los mismísimos ojos se le cocieron en el cráneo y acabaron por abrirse como dos huevos abandonados durante demasiado tiempo en agua hirviendo.
Cómo describir el dolor a través de los 5 sentidos. Técnicas concretas
Cuando se trata de narrar el dolor físico y su impacto en nuestros personajes, el uso de los cinco sentidos puede transformar una descripción plana en una experiencia vivida y palpable para nuestras lectoras. Esto no siempre será agradable (el dolor no lo es, por lo general), pero sí resultará efectivo.
👁️ Ver el dolor
El reto de hacer visible el dolor, una experiencia tan profundamente personal y a menudo invisible, es uno de los aspectos más desafiantes y a la vez gratificantes de la escritura, te lo digo por experiencia. Por eso te dejo aquí una lista de que te ayudarán a lograrlo. Si las usas bien, tus lectoras no solo comprenderán, sino que también veran y sentirán el dolor de los personajes.
1. Detalles físicos específicos
Expresiones faciales: más allá del ceño fruncido, puedes describir cómo los ojos de un personaje se estrechan, parpadean rápidamente o se fijan en un punto distante para escapar del dolor. Los labios pueden apretarse, temblar o retraerse en una mueca.
Gestos y movimientos: un personaje puede frotarse instintivamente una articulación dolorida, acunarse el brazo o la mano, o evitar ciertos movimientos que agravan su dolor. La forma en que se sientan, se levantan o incluso caminan puede revelar mucho sobre su estado físico.
Cambios en la piel: además de la palidez, el sudor puede perlar la frente, indicando un esfuerzo por soportar el dolor. Las manchas rojas, la hinchazón o incluso un sutil temblor pueden ser signos visuales del dolor.
2. Interacción con el entorno:
Adaptaciones: describe cómo un personaje ajusta su entorno para acomodar su dolor, como cambiar la iluminación, ajustar la temperatura, o modificar el mobiliario para encontrar alguna comodidad.
Reacciones ante cambios ambientales: la forma en que un personaje responde a la lluvia, el frío, o incluso el cambio de estaciones puede reflejar la intensidad de su dolor crónico. Un día frío podría hacer que su dolor se "congele" o puede que una habitación particularmente húmeda "caldee" sus dolencias.
3. La mirada de los otros
Percepciones de los personajes secundarios: a través de los ojos de otros personajes, puedes revelar el dolor de tu protagonista, como hace Doris Lessing. Dependiendo de quien mire, puedes presentar ese dolor de manera empática, con incomodidad y hasta con crueldad.
Interacciones basadas en el dolor: las reacciones de los personajes secundarios ante el dolor del protagonista pueden ser tan reveladoras como el dolor mismo. Desde la ayuda ofrecida o negada hasta el simple acto de reconocer o ignorar el sufrimiento, estas interacciones añadirán profundidad a la narrativa.
4. Simbolismo y metáfora
Elementos simbólicos: utiliza objetos, fenómenos naturales o incluso animales como símbolos del dolor del personaje. Un cielo perpetuamente nublado, un reloj que avanza con pesadez, o un animal herido pueden ser reflejos metafóricos de su lucha interna.
Metáforas visuales: desarrolla metáforas que pinten un cuadro del dolor. Por ejemplo, comparar la rigidez del personaje con la de un árbol, o su dolor punzante con el estallido de un cristal, puede evocar imágenes potentes.
5. Contraste y comparación
Antes y después: mostrar al personaje en un estado de ausencia de dolor o realizando actividades que una vez disfrutó puede contrastará con su situación actual, lo que hará evidente el impacto del dolor en su vida.
Comparaciones con otros personajes: colocar a tu personaje junto a otros que no experimentan dolor, o que lo manejan de manera diferente, puede resaltar aún más su experiencia personal y única del dolor.
Al integrar estas técnicas en tu escritura, puedes hacer que el dolor, tan difícil de describir y tan fácil de estereotipar, se vuelva tangible y real para las lectoras.
👂🏼 Oír el dolor
El dolor, en su expresión más cruda y genuina, no solo se siente, sino que también se oye. Si te preguntas cómo describir el dolor a través del sonido en la narrativa, hace bien. El hecho es que se trata de una vía muy poderosa para conectar con las emociones de las lectoras. Veamos cómo utilizar el sonido para describir el dolor de manera efectiva.
1. Expresión oral del dolor
Gemidos y gritos: un personaje puede emitir sonidos involuntarios que revelan su dolor, desde gemidos ahogados hasta gritos desgarradores. La descripción de estos sonidos puede variar en intensidad según la situación, lo que ofrecerá pistas claras sobre la magnitud del dolor.
Respiración y suspiros: la respiración entrecortada, los suspiros pesados o incluso la lucha por respirar son manifestaciones audibles del dolor. Describir estos sonidos puede transmitir tanto el esfuerzo físico como el peso emocional del dolor.
2. Diálogos y monólogos interiores
Palabras entrecortadas: el dolor puede convertir una conversación en una agonía. Las frases incompletas, las palabras susurradas entre dientes y las pausas cargadas dramáticas te ayudarán a revelar la intensidad del sufrimiento.
Diálogos internos: aunque técnicamente no se oyen, los pensamientos del personaje sobre su dolor conectan directamente con las lectoras de una manera muy conversacional, por decirlo de alguna manera. Estos pensamientos pueden incluir preguntas retóricas, exclamaciones de frustración o ruegos silenciosos para que alguien alivie el dolor.
3. Sonidos ambientales como reflejo del dolor
Silencio opresivo: a veces, un ambiente silencioso amplifica la percepción del dolor, haciendo que cada gemido o suspiro sea aún más pronunciado.
Ruidos cotidianos distorsionados: una persona que sufre puede percibir de manera diferente los sonidos de su entorno cotidiano. El tic-tac de un reloj puede volverse insoportable, o el goteo de un grifo resonar como un martillo.
4. Interacción con otros personajes
Aislamiento: el dolor puede aislar a quien lo sufre, y este aislamiento puede ser audible. Las conversaciones se apagan cuando el personaje se acerca, o las risas se detienen, marcando un contraste entre la experiencia de dolor y la aparente normalidad de la vida a su alrededor.
5. Uso de la narrativa para amplificar el sonido del dolor
Descripciones detalladas: usa adjetivos y adverbios que capturen la esencia del dolor. Palabras como "agudo", "ronco", "penetrante" o "sordo" ayudarán a las lectoras a "oir" el dolor.
Comparaciones y metáforas: comparar los sonidos del dolor con fenómenos naturales o ruidos reconocibles (como un trueno distante para un dolor sordo y persistente) hará que el dolor sea más tangible y comprensible para las lectoras.
👄 Paladear el dolor
El dolor no solo se siente o se oye; a veces, también puede paladearse. Esta dimensión gustativa del sufrimiento ofrece una perspectiva única para explorar el impacto físico y emocional del dolor en los personajes. Estas son algunas técnicas para describir cómo el dolor puede influir en las experiencias gustativas de un personaje y cómo utilizar este sentido para enriquecer tu narrativa.
1. Asociaciones de sabor con el dolor
Amargura en la boca: el dolor físico intenso puede dejar una sensación amarga en la boca del personaje. Describir esta amargura dará cuenta de cómo el dolor ensombrece la percepción del mundo.
Metáforas de sabor para el dolor crónico: para el dolor persistente, juega con metáforas como un sabor que no se va, el regusto de una medicina desagradable que permanece, etc.
2. Cambios en las preferencias alimenticias
El dolor crónico puede afectar el apetito y las preferencias alimenticias. Un personaje podría, por ejemplo, perder el gusto por alimentos que antes amaba, lo que refleja cómo el dolor altera incluso las más simples alegrías de la vida.
En el sentido contrario, el personaje podría buscar alimentos reconfortantes que le recuerden tiempos sin dolor. Los placeres gastronómicos se convierten así en un intento de evocar recuerdos felices y aliviar el sufrimiento.
3. El papel del sabor en la memoria y la emoción
Recuerdos evocados por sabores: un sabor específico puede desencadenar recuerdos de momentos libres de dolor, lo que creará un contraste entre la vida actual del personaje y su pasado. Esta técnica te ayudará a mostrar no solo el impacto del dolor en el presente, sino también cómo afecta la percepción del pasado del personaje.
Sabor como metáfora de experiencias de vida: utiliza sabores para simbolizar diferentes aspectos de la vida del personaje. Por ejemplo, la vida podría "saborearse" de manera diferente antes y después del inicio del dolor crónico. Antes podría ser jugosa como el gajo de una naranja y después seca como un bizcocho quemado.
4. Descripción sensorial detallada
Enriquece las descripciones con detalles sensoriales: cuando describas cómo el personaje experimenta el sabor del dolor, se tan específica como puedas: haz referencia a texturas, temperaturas, reacciones físicas al sabor, etc.
👃🏼 Oler el dolor
El sentido del olfato es muy potente y evocador, capaz de transportarnos a diferentes momentos y lugares, y de despertar emociones profundas. En narrativa, describir cómo un personaje (o quienes le rodean) huele el dolor añadirá una dimensión única y profundamente sensorial a la experiencia del sufrimiento. Aquí van algunas técnicas para incorporar el olfato en la descripción del dolor.
1. Asociaciones olfativas con el entorno médico
Olores clínicos y antisépticos: la esterilidad de un hospital o clínica, con sus desinfectantes y soluciones de limpieza, puede evocar una sensación de frío y aislamientlo que refleja la naturaleza a menudo impersonal del tratamiento del dolor.
Medicamentos y ungüentos: el olor particular de los medicamentos, tanto en forma de pastillas como de cremas y ungüentos, puede suponer un recordatorio constante de que el dolor está ahí.
2. Olores que evocan emociones y recuerdos
Memoria olfativa: al igual que los sabores, ciertos olores pueden desencadenar recuerdos específicos relacionados con el dolor o la ausencia de este. Describir estos momentos abre una ventana a las emociones y el trasfondo del personaje.
Emociones olfativas: algunos olores pueden estar tan íntimamente ligados a las experiencias de dolor del personaje que evocan emociones específicas, como la ansiedad, la tristeza o incluso la esperanza, cada vez que el aroma aparece.
3. Técnicas descriptivas
Uso de adjetivos específicos: para describir olores, utiliza adjetivos que evoquen una imagen clara y vívida, como "penetrante", o "refrescante". Ajusta la descripción al efecto que el olor tiene en el personaje.
Simbolismo olfativo: Los olores pueden ser utilizados simbólicamente para representar aspectos del dolor o del proceso de sanación. Un olor que al principio es opresivo puede gradualmente volverse más suave a medida que el personaje aprende a manejar su dolor.
Hasta aquí hemos visto cómo describir el dolor físico en narrativa, pero esto es solo una pequeña parte de lo que se puede hacer. En el curso "Muestra, no cuentes", de La Escribetca profundizarás en técnicas que transformarán tu escritura, haciéndola más vívida, emotiva y convincente. Aprenderás no solo a mostrar el dolor, sino también a dar vida a tus personajes, escenarios y narrativas de manera que tus lectoras no solo lean tus historias, sino que las sientan con todas y cada una de las fibras de su cuerpo. Únete a nosotras y transforma tus palabras en experiencias inolvidables. ¡Inscríbete ahora!
Otra novela en la que se retrata muy bien el dolor físico (y emocional) es "Tan poca vida", de Hanya Yanagihara. Es muy dura, aviso, pero recomiendo.