Para qué sirven los sustantivos
- La Escribeteca
- 28 mar 2022
- 7 Min. de lectura
Vamos con el segundo artículo de la serie dedicada a las mejorea amigas de una escritora: las palabras. El primero se llama ¿Para qué sirven los verbos? y lo empezaba diciendo que la pregunta debería sobrar, pero el hecho es que no sobra.
Pasa lo mismo con esta otra ¿cuál es la utilidad de los nombres? ¿Para qué sirven los sustantivos? Esto es algo que se estudia muy pronto en las escuelas, pero que algunas escritoras parecen haber olvidado. Y como el objetivo de La Escribeteca es ayudar, vamos con un pequeño y útil recordatorio.
¿Qué son los sustantivos y para qué debemos usarlos?
Me preguntas mientras clavas lo que sea que usas para escribir en el soporte decuado.
Un sustantivo es una palabra con la que se nombra a un ser o a una cosa. Según el Pequeño Larousse Ilustrado, es un sustantivo cualquier palabra que designe un ser u objeto.
Según la RAE:
adj. Que tiene existencia real, independiente, individual.
adj. Importante, fundamental, esencial.
m. Gram. nombre.
Un sustantivo es eso que hace que la primera frase de este apartado tengo un sentido u otro:
Me preguntas mientras clavas :
lo que sea en el soporte adecuado
tu pupila en mi pupila azul
tu dedo en el teclado
tu boli en el cuaderno
un martillo de bola en la sien de una muchacha
un cuchillo en la espalda de tu mejor amiga
Una azada en tu huerto
Hasta este punto son importantes los sustantivos y por eso debes tener cuidado y usarlos como corresponde.
¿Qué se nombra mediante un sustantivo?
De todo: personas, animales, cosas, ideas, vegetales, minerales, fenómenos atmosféricos, emociones, acciones (sí, las acciones se pueden nombrar. Por ejemplo, un salto es la acción de saltar y salto es un sustantivo. Aunque también es la primera persona del verbo saltar. Así es la vida de dura).
Para qué sirven los sustantivos: para anclar
Vamos a usar como ejemplo algunos fragmentos de la novela Ayantek, de Miriam Jiménez Iriarte. El libro está tan bien escrito que se puede abrir al azar y escoger cualquiera de sus párrafos. Por ejemplo, este:
Asterkia camina entre los hombres. Les sonríe. Siente su bochorno. Le divierte. Dicen que es amiga de los marginados. Que le pagan cinco cobres por cuidar de aquel niño. Que es consumidora de fuego y fornicadora. Dicen mucho y saben poco.
Es el momento, antes de seguir y destrozar este precioso y ominoso párrafo de Jiménez Iriarte, de explicar una cosa.
Puedes distinguir un sustantivo porque siempre puedes colocar delante de él un artículo. Pero no todas las palabras que llevan artículos delante son sustantivos. Algunos adjetivos, como «marginados» en el ejemplo, van precedidos de artículo. En este caso se dice que están sustantivados; es decir, que funcionan como sustantivos.
También puedes sustantivar verbos, pero la mayor parte de las veces eso dará como resultado una cosa muy fea. Cuidado con la sustantivación de los verbos, por favor.
Los sustantivos, los nombres, son las anclas de tus textos. También son el follaje, las hojas, lo que le da cuerpo. Si se te caen los sustantivos, te quedas con un árbol muerto.
En muchos de los textos que corrijo hago comentarios sobre la precisión. Cuanto más preciso sea un texto, mejor podrá tu lectora imaginar lo que cuentas en él; lo que pasa, lo que hay, cómo son tus personajes o tus escenarios.
Esto quiere decir que debes trabajar con sustantivos precisos, concretos, adecuados. Pero, eso sí, sin caer en el defecto contrario: usar palabras rebuscadas y cargar tus textos de frases ininteligibles.
Sustantivos vacíos
Lee esto (y procura no llorar).
La mujer camina entre las personas. Les sonríe. Siente su emoción. Le divierte. Dicen que es amiga de los marginados. Que le pagan dinero por cuidar de aquella criatura. Que es adicta y fornicadora. Dicen mucho y saben poco.
Cierto: he cargado un poco las tintas al vaciar los nombres, pero de eso se trata.
La comparación entre el párrafo original de Ayantek y este, mío, es muy gráfica.
Jiménez Iriarte escoge nombrar a su protagonista no solo porque quiere que la conozcamos por su nombre, sino porque ese nombre es lo bastante raro como para contribuir a crear la sensación de extrañeza con la que envuelve a las lectoras desde el comienzo del libro. Ella no habla de una mujer cualquiera, habla de Asterkia.
Asterkia no camina entre personas, sino entre hombres. Los hombres en Ayantek son peligrosos para las mujeres. Y en la vida real, si atendemos a las noticias, también. No es, por tanto, casual que los verbos caminar y sonreír estén ahí. Los dos se anclan a los dos sustantivos: Asterkia y los hombres. Así, la autora nos muestra una parte del carácter de esta mujer, que desprecia el peligro, que camina entre posibles agresores con una sonrisa en los labios. ¿Estamos ante una auténtica badass? Lo estamos. Esta percepción se perdería si empleamos la expresión caminar entre personas o entre la gente, o el gentío o la multitud. La protagonista es una mujer y camina entre hombres con una sonrisa en los labios.
Bochorno es el tercer sustantivo. Los hombres sienten bochorno, vergüenza, ante Asterkia. Esto no hace más que reafirmar lo dicho en el punto anterior. Ella es una mujer inusual de carácter fuerte. Tan fuerte, que el verbo siguiente es divertir: que los demás se sonrojen a su paso le hace gracia.
El asunto de los cinco cobres en lugar de dinero también tiene su importancia. Porque dinero no dice gran cosa, pero cinco cobres es una cantidad exacta. A medida que avancemos en la lectura de la novela sabremos si es una suma alta, baja, suficiente o no. Nos dará la medida del sistema monetario y servirá para colocar a Asterkia en su clase social. Aunque Jiménez Iriarte ya lo ha hecho al decir que es amiga de los marginados. Los amigos de los marginados quizá no lo sean ellos mismos, pero solo una fina línea los separa.
Lo que tenemos, en fin, es una descripción del carácter de este personaje; o al menos los cimientos de esa descripción. Durante el desarrollo de la novela, Asterkia se comporta de tal manera que no desmiente este primer acercamiento; al contrario. Y la autora sienta estas bases con diez sustantivos y siete verbos. Eso sí, muy bien colocados.
Así que sí, podemos contestar a la pregunta para qué sirven los sustantivos con una respuesta contundente: para anclar la acción, describir a los personajes y dar a las lectoras un buen asidero durante la lectura.
Algunas directrices para evitar sustantivos huecos
La primera vez que hables de la merienda de tu protagonista, no escribas fruta, escribe pera. O pera de agua si lo que quieres es que se llene del jugo y se le queden las manos pegajosas. Las peras de agua tienen esa indescriptible facultad, mientras que las peras conferencia verdes, no.
«Cosa» no significa nada. Cosa es un buñuelo de viento, que lo muerdes y te das en los dientes de arriba con los de abajo. Es precioso, doradito, pero no tiene nada dentro; su aporte calórico es excesivo y produce un placer tan efímero que ya ha terminado. Una habitación llena de cosas ¿qué es? Usar «trastos» en lugar de «cosas» es una mejora, pero tampoco para tirar cohetes. «cosas viejas» son buñuelos rancios. Si es mejor no abusar de los buñuelos recientes, no diré nada sobre los que ya ni crujen y encima se han quedado fríos. Casi todos los objetos tienen un nombre. Para describir una habitación abarrotada no hace falta que te detengas en todo lo que contiene, pero sí que menciones algunas de esas «cosas».
Da una impresión general: no se podía entrar en el trastero de Eulalia.
Da un motivo que justifique esa impresión: hasta el último hueco de la habitación rebosaba de artefactos antiguos y pilas de libros polvorientos.
Como «artefactos antiguos» no significa mucho más que «trastos viejos» o «buñuelos rancios», es hora de que hagas el ejercicio de concreción: una silla de ruedas con brazos de madera permanecía inmóvil gracias al torso de maniquí descabezado que descansaba en el suelo, frente a ella. Reptamos entre las patas puntiagudas de una pila de sillas y Antonia se arañó la pierna con el radio de una rueda de biciclo.
Hay muchas maneras de usar los sustantivos como corresponde. Y no conviene olvidar que los adjetivos, bien empleados, son nuestros amigos. Pero ya hablaremos de los adjetivos cuando corresponda.
Cuando sí podemos usar sustantivos huecos
Vaya por delante que nadie te encerrará en una celda y tirará la llave si los utilizas cuando te apetezca. Lo único que puede pasar si abusas de este tipo de nombres es que tus lectoras no sepan qué les estás contando, cierren tu libro y vayan a buscar a su siguiente escritora favorita.
Como asumo que no quieres que pase eso, te cuento que hay momentos en los que sí está bien escribir sustantivos sin contenido.
¿Recuerdas cuál era la respuesta a la pregunta para qué sirven los sustantivos? Para nombrar.
Pero no se puede nombrar lo que no se puede ver.
El terror y el suspense son dos géneros en los que abundan las «cosas», las «formas», los «bultos», etc. En general, en cualquier paisaje cubierto por la niebla o desde la perspectiva de cualquier personaje miope, acercarse por primera vez a un objeto requiere mencionarlo de manera vaga para luego definir sus aristas y concederle su naturaleza real.
Es decir: usa tu sentido común.
¿Qué es eso? ¿Un pájaro? ¿Un avión? ¿Una nube pop?
¡No! ¡Es Súper López!
Además de ser un inicio muy divertido para un comic, es de lo más adecuado. Si tus personajes no saben lo que están viendo, resulta ridículo que tu narrador lo describa con pelos y señales.
¿Qué es eso? ¿Un buitre leonado? ¿Un F-15? ¿Un cúmulo pop?
¡No! ¡Es Súper Lopez! (Cabreado porque lo has presentado fatal)
Os dejo el vídeo de Por primera vez en años, de Frozen, que contiene uno de los sustantivos huecos mejor usados de una canción Disney. Desternillante, en serio.
(minuto 0:50)
Y ahora vamos a hacer el test, que por los mensajes que me mandáis es la estrella de estos artículos:
¿Para qué sirven los sustantivos?: Haz el test
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Vale, leído el artículo y hecho el test. Coincido en todo lo que comentas. Incluso en la utilización del sustantivo "hueco" en la canción de Frozen. Aunque yo no diría que fuera "hueco" porque está buscado y rebuscado, es la palabra que puede permitirse una "princesita" y a la vez, creo que es la única manera que ella misma tiene de identificar todo lo que le está pasando. Si utilizara otra palabra como "ventosidades" o "flatulencias" serían demasiado cultas para una chiquilla y seguro que le sobrarían sílabas a la estrofa. Todavía no conoce el amor, por lo tanto no puede hablar de "mariposas" y utiliza un sustantivo que ha sentido ella misma en su piel. O en este cas…