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Los paratextos de un libro y la intención de compra

¡Descubre el poder oculto de los paratextos en tu libro! Estas fascinantes adiciones al texto principal te permiten cautivar a tus lectores desde el primer vistazo. Desde llamativas portadas y emocionantes sinopsis hasta intrigantes ilustraciones, los paratextos te dan la oportunidad de dar vida a tu historia incluso antes de que se abra el libro. ¿Estás lista para desatar el potencial de tu obra autopublicada? ¡Sigue leyendo y descubre cómo los paratextos pueden marcar la diferencia en tu viaje como escritora!



Los paratextos de un libro y la intención de compra
Los paratextos de un libro y la intención de compra


Tipos de paratextos de un libro


Como te adelantaba, hay un montón de contenido en un libro a parte del texto principal. Todo ese contenido son los paratextos de un libro y se puede dividir en dos tipos:


  1. Paratextos verbales: notas al pie, bibliografía, título, títulos de los capítulos, citas, epígrafes, índice, sinopsis, resumen, biografía del autor (cuando aparece en el ejemplar), blurbs, etc.


  1. Paratextos icónicos: imágenes, ilustraciones, tablas, diagramas… Todo aquello que no es texto por sí mismo, pero que está impreso en el libro y que ofrece algún tipo de información a las lectoras.


Los paratextos de un libro más importantes


Algunos de los paratextos de un libro son especialmente importantes porque afectan a la intención de compra de las lectoras. Los más relevantes, de hecho, deberían ser los protagonistas de las propuestas editoriales si es que quieres publicar tu libro en una editorial tradicional. Vamos con una visión general de estos paratextos y sus características.


El título de tu libro


Se dice que es imposible no comprar un libro por su portada y es cierto. El diseño de portada es una de las cuestiones clave a la hora de crear un libro vendible. Este diseño incluye la ilustración y la maquetación del resto de los elementos que la componen, como el nombre del autor, el de la editorial, el subtítulo si lo hubiera (los subtítulos también forman parte de los paratextos de un libro) y, por supuesto, el título.


Pero ¿cómo debe ser el título para incitar a las lectoras a que compren tu maravillosa novela? Ana González Duque escribe en MOLPE sobre los títulos que atraen visitas a tu blog y habla de aquellos que apelan a diferentes tipos de emociones. Emociones positivas, negativas o neutras. Puedes usar la misma guía para decidir el título de tu novela. Pero recuerda que también debe cumplir estas características:

  • Debe tener relación con el contenido de la novela. En Sombra y Hueso, de Leigh Bardugo, ambos elementos son determinantes en la trama. De hecho, el hueso es un instrumento para terminar con la sombra.

  • Ni se te ocurra usar clickbaits. La relación con tus lectoras se basa en la confianza. Si las decepcionas, nunca volverán a leerte.

  • Mejor un título corto y fácil de recordar. Aunque hay docenas de títulos larguísimos que desmienten esta regla (y cuyos lectores suelen acortar para referirse a ellos, como La chica descalza en la colina de los arándanos, de Nieves Mories, novela corta de título largo a la que incluso la autora dse refiere como Arándanos).

  • Debe ser atractivo. La cuestión de despertar emociones tiene que ver con esto. La comedora de pecados o Del naranja al azul despiertan curiosidad. El cuento de la criada, lo mismo. Nunca hables con extraños resulta inquietante, Newtopía parece que hablará de algo positivo.

La sinopsis


La sinopsis es uno de los paratextos de un libro que más quebraderos de cabeza nos da a las autoras. Se trata de resumir en un solo párrafo y, en todo caso, en menos de media página, el contenido del libro. No es necesario hacer referencia al autor, debe resultar atractiva, no revelar información que impida el disfrute de la lectura y servir para que las lectoras se hagan una idea certera de lo que tienen entre manos.


Si mentir en el título era peligroso, mentir en la sinopsis es un pecado mayor.


Sé que la sinopsis es un tema que da para artículo propio y, si te interesa que lo escribe, solo tienes que pedirlo.


Otros paratextos de un libro que influyen a la hora de comprar una novela


El viaje de la lectora empieza antes de lanzarse a la lectura de la obra. En mis visitas a librerías, más frecuentes de lo que les gustaría a mis bolsillos, me he fijado en que la mayoría de las lectoras hacemos más o menos esto:

  1. Nos fijamos en las cubiertas de los libros, o en sus lomos si estos están en una estantería. Aquí leemos el título, el subtítulo, la faja y los blurbs más evidentes, así como el nombre de la autora.

  2. Cogemos el nombre y le damos la vuelta para leer la sinopsis. A veces lo dejamos tras las dos primeras frases, lo que ratifica la necesidad de que la sinopsis funcione como gancho. Para lograrlo, echa un vistazo a la estructura en tres actos, que sirve para dar cuerpo a cualquier tipo de texto.

  3. Abrimos el libro y buscamos el índice si lo tiene. Los títulos de los capítulos dan mucha información, cuando existen, acerca de lo que encontraremos en una novela. En las colecciones de cuentos son todavía más importantes.

  4. Solemos leer dedicatorias y epígrafes (los epígrafes son los paratextos de un libro que están al principio y que suelen tomar la forma de citas de otros autores o incluso ficticias).

  5. Algunas lectoras echan un vistazo a las notas de la autora y los prólogos.

  6. Siempre leemos los primeros párrafos. Pero solo si todo lo anterior nos ha satisfecho. Si no, lo más probable es que ni siquiera le demos al libro esa oportunidad.

Fíjate que has tenido cinco oportunidades de hacerte con una lectora potencial antes de que lea el primer párrafo de tu novela. ¿No es pues vital cuidar los paratextos de un libro?

Cuando compré La comedora de pecados, de megan Campisi, lo hice siguiendo ese viaje.


La comedora de pecados y sus paratextos: mi proceso de compra del libro



para qué sirven los paratextos de un libro
para qué sirven los paratextos de un libro

Lo primero que vi fue el título, la cofia blanca de la chica y el trozo rojo del vestido, lo que me llevó a pensar varias cosas a la vez. Bueno, a la vez no, pero muy seguidas:

  • Comedora de pecados: temática religiosa, mujer protagonista, worldbuilding interesante.

  • El cuento de la criada

Luego me fijé en el rostro de la chica y me dije: la chica de la perla ¿Qué hace esto en novela histórica?


La respuesta estaba bajo el título: Una apasionante novela inspirada en una figura histórica real. «¡Madre mía!» pensé. «¡Dame más!»


Entonces llegó la GRAN DESILUSIÓN de la faja:




«Una ambientación de lo más oscura y una heroína inolvidable. Para fans de Margaret Atwood.»

The Washington Post


Desde mi punto de vista, el detalle de la cofia, el vestido y el rostro de la muchacha ya componían una referencia efectiva a Atwood. Que la faja lo remarcara me hizo sentir que me trataban como una idiota. No obstante, lo de la ambientación oscura me gustó, así que traté de pasar por alto la mención a la otra autora.


Te digo esto para que veas que hablar de unos libros para vender otros, aunque puede dar buenos resultados, no siempre funciona como quisiéramos.


A continuación, le di la vuelta al libro y leí:

  1. El elevator pitch:

  2. La sinopsis

  3. Una pequeña explicación

  4. Tres blurbs de tres publicaciones importantes

Elevator pitch:

LA HISTORIA DE UNA MUJER CONDENADA A COMER LOS PECADOS DEL MUNDO


El título ya me había ganado por la referencia religiosa, así que este elevator pitch me puso los dientes todavía más largos. ¿Por qué? Porque la figura condenada a expiar los pecados del mundo siempre ha sido Cristo. Esta frase, cuya sintaxis es casi de oración, remite a aquella. Así que se asegura la atención de las fans de la ficción religiosa.

Sinopsis:

«Ahora lo invisible ya es visible. Ahora ya se oye lo que no se oía. Los pecados de tu carne pasan a ser pecados de la mía, y me los llevaré a la tumba en silencio. Habla». Estas son las palabras que cada día oye May de boca de su maestra, la única comedora de pecados de la ciudad. Tras la confesión del moribundo, ella devora los alimentos que le presentan, expiando así las faltas a través de sus entrañas. La comedora es una mujer maldita, que no puede hablar, a la que no se puede tocar, con la que no se cruzan miradas. Una mujer que da consuelo a pobres y ricos, también en los palacios, donde se esconden los crímenes más siniestros. Y la joven May, ahora aprendiz, pronto asumirá el desdichado rol».


Sigue apelando a los fans de lo religioso con la oración inicial, pero da un poco de información extra cuando define en qué consiste ser comedora de pecados. Que la protagonista sea una paria con acceso a los palacios y a las tabernas y que se mencionen siniestros crímenes, no hace más que aumentar la curiosidad.


Así que tenemos: religión, lucha de clases, intrigas palaciegas y crímenes misteriosos y sangrientos.


Por si esto no fuera suficiente, los paratextos siguen haciendo su función.

Ubicación en género:

En La comedora de pecados, Megan Campisi logra trasladarnos a la Inglaterra del siglo XVI, al Renacimiento más enigmático, lleno de supersticiones y rituales, de la mano de una heroína fascinante.


Lo que hacen este par de líneas es afianzar el interés de las aficionadas a las religiones, supersticiones, rituales y folklore. Y, además, ataca a otro tipo de público objetivo: el de la novela histórica.


Pura magia paratextual.

Los blurbs:

«Una ambientación de lo más oscura y una heroína inolvidable. Para fans de Margaret Atwood.» Washington Post

«Magnífico retrato del periodo renacentista y sus misterios. Perfecto para los amantes de la novela histórica.» The New York Journal of Books

«Imaginativo y sorprendentemente actual.» Kirkus Reviews

  • El primero retoma la validación y comparación vía Margaret Atwood (mal en mi caso, pero efectivo en general)

  • El segundo vuelve a atacar al nicho de novela histórica

  • El tercero apela a la cualidades intrínsecas de la novela, para no asustar a los no muy fans de lo histórico que disfrutan de buena ficción generalista y sorprendente.

Dentro del libro, los paratextos continúan haciendo su maravillosa labor:

Nota de la autora:

«Hasta hace aproximadamente un siglo, en ciertas zonas de Gran Bretaña existían personas que se dedicaban a «comer pecados». Se desconoce casi por completo la identidad de esas personas y su número, y solo se sabe que se consideraban parias de la sociedad y que ingerían pedazos de pan junto a los féretros de los fallecidos para absolverlos de sus pecados, en un ritual de resonancias cristianas. La historia que he escrito parte de ese hecho, pero se desarrolla a partir de la fantasía. Algunos de los personajes parecen guardar semejanza con figuras históricas, pero es una obra de ficción».


Si esa nota no ha llamado tu atención a lo mejor es porque no eres público objetivo de este tipo de ficción, pero es que las novelas no se escriben para crear conversos, sino para atraer a quienes profesan la fe que corresponda. Y esta lo hace estupendamente. Tanto, que pagué casi 20€ por una edición en tapa blanda con un papel un tanto regular.


Ese es el poder del paratexto y por eso hay que trabajarlo con cuidado.


Se dice a menudo que una novela debe empezar por un buen gancho y que el mismo debe aparecer en los primeros párrafos, pero ya ves que no, que en realidad aparece mucho antes.


Dicho lo cual, te dejo el inicio de esta novela para que veas que el texto en sí está a la altura de todo lo que lo precede.


Sal para el orgullo. Semillas de mostaza para las mentiras. Centeno para las maldiciones. Y también hay unas uvas, unas uvas rojas y lustrosas dispuestas sobre el ataúd de pino. Una de ellas está rajada, y asoma la semilla granate a través de la piel, como una astilla clavada en la carne. Y hay cuervo estofado con ciruelas, y una hogaza de pan casero, pequeño, con forma de bobina. «¿Por qué un pan con esa forma? —pienso yo—. ¿Y por qué tan pequeño?». Han dispuesto, además, otros alimentos, aunque no muchos. Mi madre había pecado poco. Era como una raposa, que huía del más mínimo rastro de peligro con ojos temerosos y pasos amortiguados. Que atacaba solo cuando estaba segura de su victoria. La sal, las semillas de mostaza y los granos de centeno son los únicos alimentos cuyos pecados conozco. Corresponden a faltas infantiles, esas por las que te regañan los padres bondadosos, por las que los niños cantan coplillas en las calles:


Juanito Picón

se sentó en su rincón

a comerse un roscón.

Se lo acabó, goloso

porque era un tramposo,

y al terminarlo dijo:

«¡Pero qué bueno soy!».


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