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El primer borrador: escríbelo sin ansiedad

Hoy vamos a hablar de un tema crucial para cualquier escritora: el primer borrador. Esa primera protoversión preliminar de la prenovela (y sé lo redundante suena, pero quiero dejar clara la idea, así que me voy a permitir ser redundante). Un paso que por una parte nos encanta y nos llena el estómago de mariposas y por otra también nos genera inseguridades, nervios y ansiedad.


Mi objetivo es allanarnos un poco el camino cuando entramos en esta fase de la escritura y para ello vamos a hablar de lo que yo creo que es un borrador, cómo hay que tratarlo, para qué sirve, sus diferentes formatos y, sobre todo, de cómo podemos dejar de sentirnos bloqueadas cuando pensamos en él. Para esto último tengo una fórmula prácticamente infalible y te la cuento al final del episodio.


Así que, si eres una escritora de brújula o simplemente alguien que necesita avanzar en su proyecto, quédate porque este episodio es para ti.



el primer borrador sin ansiedad


¿Qué es el primer borrador, exactamente?


Primero, hablemos de qué es exactamente un primer borrador. Al contrario de lo que muchas pensamos, no es necesariamente una versión mal redactada del proyecto final. Ojo, que la palabra clave aquí es NECESARIAMENTE. Para muchas escritoras, sobre todo de mapa (las que hacen escaletas detalladas y todo lo demás), el primer borrador si que es una fase de redacción pura. Sin embargo, hay más tipos de escritora en este mundo. Y no me refiero solo a las brújula puras, sino también al amplísimo espectro de planificadoras mixtas que se encuentra entre ambos extremos. Porque hay muchos tipos de mapas y muchos tipos de brújulas. No solo en cuanto a porcentaje (cuánto planifico y cuánto improviso), sino en cuanto a momento.


Se puede ser brújula en unos momentos de la historia y mapa en otros. O se puede improvisar mucho en algunos elementos y nada en otros. O mitad y mitad en todos. Por poner un ejemplo: hay escritoras incapaces de escribir ni una sola palabra de la trama de su historia hasta que no han diseñado completamente el mundo. Estas personas, que no podrían estar más alejadas de mi forma de trabajar y a quienes admiro, hacen mapas extensísimos con la orografía, la historia, la flora y la fauna del lugar donde va a suceder la historia y luego lanzan ahí a sus personajes a ver qué pasa.


Para este tipo de escritoras, el primer borrador no tiene nada que ver con el de una escritora de mapa 100% tradicional que lo planifica todo.


A lo que voy es a que el primer borrador es la primera versión de la historia, sí. Pero esa primera versión tendrá la forma que cada una necesitemos darle y esa forma dependerá del tipo de autora que seamos.


No es necesario que el primer borrador sea un texto terminado ni mucho menos pulido. Creo que es mejor pensar en él como en el armazón de la historia, la base sobre la que luego trabajaremos para añadir detalles, corregir y pulir.


El otro día, Laura Blanco, a quien entrevisté en el episodio 37 del podcast, me envió una frase estupenda en inglés que me permito traducir aquí. La autora parece ser Jane Smiley y la cita dice: todos los primeros borradores son perfectos, porque su única misión es existir.

Lo que nos lleva precisamente al segundo punto:


Para qué sirve el primer borrador, cuál es su función


Vale, ya tenemos claro qué es un primer borrador: la primera versión de nuestra historia, independientemente de su aspecto. Pero ahora viene la pregunta clave: ¿para qué sirve? ¿Por qué es tan importante lanzarse a escribirlo, aunque nos parezca caótico o incompleto?


El primer borrador como forma de darle vida a la historia


La función más importante del primer borrador, además de existir, por supuesto, porque sin él va a ser difícil que jamás haya una novela, es darle vida a la historia. Y cuando digo darle vida, no me refiero a que todo esté claro y definido, sino a que empiece a latir. En mi cabeza, el primer borrador se parece al bloque de mármol que la escultora tiene frente a ella. ¿Es una obra maestra en ese momento? No, pero contiene todo el potencial para convertirse en una. Lo que hacemos cuando escribimos un primer borrador es crear el bloque de mármol. Las escultoras pueden comprar su materia prima, pero nosotras, las escritoras, debemos producirla para poder luego trabajar sobre ella.  Porque, como decía, sin esa primera masa de palabras, no tenemos nada con lo que moldear la historia.


Herramienta de exploración


Otra función clave del primer borrador es ayudarnos a descubrir aspectos ocultos de la historia. Yo siempre digo que, para las escritoras de brújula, el primer borrador es una herramienta de exploración. Al escribir, nos damos cuenta de cosas que no podríamos haber previsto sin lanzarnos de cabeza al charco. Personalmente, una de mis frustraciones cuando me empeñaba en planificar, era que no podía desarrollar la historia en abstracto. Cuando únicamente pienso, no veo las escenas, no toco las paredes de los sitios, no oigo a los personajes, no huelo las tabernas, los bosques, ni el aroma de los libros en las bibliotecas. Por eso cuando me preguntan que cómo desarrollo personajes, por ejemplo, digo que me los llevo de paseo. Les escribo una aventura en la que veo cómo reaccionan. Luego la trama la escribo yo, yo decido lo que hacen, pero mi manera de saber si van a ser buenos personajes es probarlos. Un poco como cuando compras un coche, que tienes que conducirlo para saber si va como a ti te gusta. Pues para mí y para muchas escritoras de brújula, el primer borrador es una manera de probar el coche.


La red para fallar sin consecuencias se llama primer borrador


Además, el primer borrador nos permite fallar sin consecuencias, que es algo que necesitamos interiorizar más. Existe la falsa creencia de que lo que escribimos en el primer borrador tiene que ser perfecto o al menos tener sentido. Pero la verdad es que el primer borrador no está para eso. Existe para que volquemos nuestras ideas, imágenes y diálogos sin filtro. SI el borrador es una manera de conocer la historia, es imposible que lo escribamos mal. Durante el primer borrador exploramos. Explorar y equivocarse no son experiencias que puedan suceder al mismo tiempo. Mientras avanzamos, linterna en mano, por nuestra maraña de ideas, nos meteremos en oscuros pozos sin salida, pero yo no creo que eso sean errores, sino momentos de descarte. Cuando el primer borrador nos lleva a varios callejones sin salida, lo que en realidad hace es guiarnos hacia el camino bueno, el que nos ayudará a llegar a la versión definitiva de la novela. Dicho de otra manera: todo lo que no funciona es lo que nos ayuda a encontrar lo que sí funcionará en alguna versión posterior. Es como cuando dibujas un boceto: puede estar lleno de líneas torcidas y sombras mal puestas, pero es el primer paso necesario para llegar a una obra final más definida.


Te ayuda a avanzar


Por otra parte, el primer borrador también cumple la función de conseguir que sigamos avanzando. Como veremos en un momentito, no todas las partes del borrador han de estar igual de desarrolladas. Hay días en que nos apetece escribir diálogos brillantes, y otros en los que solo nos sale poner una nota en plan: "aquí la prota tiene una conversación intensa". Ambos son avances y ambos tienen su espacio en el primer borrador. Lo que importa durante esta fase es no detenerse. Mientras sigamos avanzando, cumplimos con el propósito del primer borrador: llegar al final, aunque sea con una mezcla de escenas, apuntes y resúmenes. Ya habrá tiempo para volver y rellenar los huecos una vez que sepamos cómo deben ser rellenados. Recordemos que, sobre todo las escritoras de brújula, vamos descubriendo detalles, motivaciones y decisiones a medida que escribimos. Entonces, no tiene ningún sentido esperar de nuestro primer borrador que ya esté terminado.


Primer borrador= base para el manuscrito


Finalmente y por supuestísimo, el primer borrador sirve como base para el trabajo posterior. Lo que pongamos ahí se convertirá en el material que después vamos a revisar, reorganizar y pulir. A veces me imagino el primer borrador como un rompecabezas que empiezo a armar sin saber muy bien cómo quedará al final. Empiezo y lo hago con toneladas de fe. Lo termino y más vale que me quede fe para seguir trabajando porque suelo tener una parte del dibujo, pero algunos espacios siguen en blanco, otros con trazos toscos y algunos, muy pocos, con un buen dibujo.


Lo que nos lleva al siguiente punto


Cómo es el primer borrador


Vale, ya hemos visto qué es y para qué sirve el primer borrador. Ahora, quiero que hablemos de qué pinta puede tener, porque aquí es donde a muchas nos empiezan a entrar los nervios.


Primero, quiero dejar algo clarísimo: no hay una única manera de escribir un primer borrador.


Hay escritoras para las que un primer borrador significa tener todas las escenas detalladas y los diálogos bien pulidos desde el principio. Pero también hay otras, y yo me incluyo en este grupo, para quienes el primer borrador es una mezcla caótica de escenas completas, resúmenes rápidos y hasta bullet points. ¡Y todos estos formatos están bien!


Algunas partes de mis borradores llegan a la versión final de la novela porque, por alguna magia ancestral, me las apaño para escribirlas con todo lujo de detalles, diálogos ingeniosos y escenas que fluyen como el agua clara del deshielo. Pero otras, la mayoría, consisten en anotaciones del tipo “aquí pasa algo muy intenso” o “inserta conversación emocional” o “poner aquello de cuando eran pequeñas y se metieron en aquel lío. Con énfasis en el pelo enredado porque eso va a disparar un recuerdo”. Lo que quiero decir es que todas estas formas de hacer avanzar la historia son válidas. El primer borrador no está para ser bonito. Una vez más: su misión es existir.


Imaginemos que estamos montando un mueble de IKEA. (¿quién no ha pasado por ahí, verdad?). Cuando abrimos la caja, lo primero que encontramos son un montón de piezas sueltas que no parecen tener sentido. Un tornillo aquí, una tabla allá. Pero poco a poco, mientras seguimos las instrucciones (el día que las seguimos, que no es siempre) vamos viendo cómo esas piezas empiezan a formar algo. Puede que al principio parezca un caos, y puede que nos sobren piezas al final, pero ahí está: nuestra estantería Kallax perfectamente cuadrada. Pues el primer borrador es un poco así. Al principio todo parece un revoltijo de ideas y frases, pero con el tiempo, a medida que escribimos y avanzamos, todo empieza a encajar.


Solo que no tendremos una estantería Kallax porque no todas las piezas estarán en su sitio desde el principio, lo cual es parte del proceso. Y esto es algo que todas debemos recordar en los momentos de bajón: no necesitamos tenerlo todo claro desde el día uno. A veces, mientras escribimos una escena que corresponde a una fase avanzada de la historia, nos damos cuenta de que falta algo en un capítulo anterior, o de que un personaje necesita más desarrollo. ¡Esto es normal! El primer borrador no es más que un boceto de lo que vendrá después.


También es posible (lo sé por experiencia) que, al terminarlo, nos sintamos un poco decepcionadas porque no se parece a la novela perfecta que teníamos en mente. Pero aquí es donde entra en juego la cita que mencionaba hace un rato: todos los primeros borradores son perfectos porque su única misión es existir. No están para ser perfectos ni pulidos, están para que podamos empezar a ver la forma general de la historia.

Esa es la clave real: el primer borrador es solo el principio, una base que luego puliremos en el proceso de reescritura. Como decía antes, algunas partes de la historia quedarán mejor definidas desde el primer momento y otras serán solo notas rápidas o ideas que surgen mientras escribimos. Lo importante es que tengamos algo con lo que trabajar más adelante. Recuerda, la única misión del primer borrador es crear el bloque de mármol con el que esculpir la novela.


¿Y qué pasa con los agujeros de guion en el primer borrador?


Seguro que esto no es una sorpresa, visto el rumbo de este discurso, pero, desde mi punto de vista, el primer borrador no tiene que estar igual de desarrollado en todas sus partes. Ni siquiera tiene que ser coherente al 100%. Lo importante es dejar fluir la creatividad. Ya habrá tiempo para organizar y hacer que todo encaje de manera lógica en fases posteriores. Durante el primer borrador, debemos darnos la libertad de escribir escenas que jamás llegarán al manuscrito final porque no tienen mucho sentido. Lo decía antes: cuando exploramos, no es extraño perdernos por el camino. De hecho, explorar es lo que tiene, porque si no, no estaríamos explorando, estaríamos recorriendo un mapa. Lo cual está genial siempre que seas escritora de mapa.


Para las escritoras de brújula, perdernos es parte del camino. Lo que pasa es que eso conduce a un estado mental, en ocasiones, poco agradable.


La ansiedad del primer borrador


Algo que nos afecta a muchas. Porque sí, por mucho que sepamos que el primer borrador no tiene que ser perfecto, que solo necesita existir y darnos el material sobre el que trabajaremos más tarde, eso no siempre nos libra de la sensación de agobio que aparece cuando nos enfrentamos a la página en blanco o a un proyecto que no avanza como esperábamos.


Ansiedad por miedo a escribir mal el primer borrador


Una de las causas más comunes de esta ansiedad es el miedo al fracaso. Nos preguntamos si la historia que tenemos en la cabeza será tan buena en el papel como lo es en nuestra imaginación. Nos preocupa si estaremos "escribiendo bien" o si lo que hemos volcado en el papel tiene algún sentido. Y claro, cuando esos pensamientos empiezan a rondar nuestra cabeza, es fácil que bloqueen nuestra creatividad. De repente, nos sentimos paralizadas, con la sensación de que si lo que escribimos no es lo suficientemente bueno desde el primer momento, entonces es mejor no escribir nada. Error. Una vez más: el primer borrador no está para que lo hagamos bien a la primera, está para permitirnos cometer todos los errores posibles, que ni siquiera son errores en realidad.


Ansiedad porque una novela es mucho trabajo


Otra fuente de ansiedad es la magnitud del proyecto. Ver lo mucho que queda por escribir puede ser abrumador, como mirar una montaña que parece imposible de escalar. El truco aquí es descomponer la montaña. No tienes que escribir toda la novela hoy, ni mañana, ni siquiera esta semana. Ni en un mes, aunque sea noviembre y el NaNoWriMo apriete. Lo único que tienes que hacer es centrarte en avanzar. Una página. Un diálogo. Unas cuantas ideas desordenadas. Poco a poco. La clave es mantener el movimiento, aunque a veces este solo consista en dar un paso pequeño. Como decía antes, todo lo que avances, ya sea con una escena completa o con una simple nota rápida, te acerca un poco más a la versión final.


Ansiedad porque nos comparamos


Y luego está esa vieja amiga, la comparación. Porque a veces la ansiedad no solo viene de nosotras mismas, sino de mirar lo que están haciendo otras. Vemos que tal autora escribe 3.000 palabras al día y nosotras apenas logramos juntar 500. O vemos a alguien que tiene una historia completamente planeada y la nuestra parece un desastre con patitas. Y entonces, por algún motivo extraño, empezamos a pensar que no estamos "escribiendo bien", que deberíamos ser más rápidas, más organizadas, más productivas. Pero lo cierto es que no existe una única manera de escribir. Cada una debe seguir su propio ritmo y su propio proceso. Compararnos con otras no solo es inútil, sino que añade presión innecesaria al trabajo, ya bastante difícil, de escribir. La única medida que importa es la nuestra: ¿hemos avanzado en algún sentido? Eso es lo único relevante.


El síndrome de la impostora


Otra fuente común de ansiedad con el primer borrador es el síndrome de la impostora. Esa vocecita interna que nos dice que no somos realmente escritoras, que lo que escribimos no es lo suficientemente bueno, que si fuéramos escritoras de verdad nos resultaría más fácil, más natural. Cuando pasa esto hay que parar un momento. Porque esa vocecita no tiene razón. Como digo siempre, escritora es la que escribe. Por más que nos cueste o por más dudas que tengamos. El proceso de escribir es complejo y no siempre fluido, y está bien que así sea. Parte de ser escritora es aprender a vivir con esas dudas y seguir escribiendo a pesar de ellas.


Finalmente, uno de los aspectos que más ansiedad genera durante el primer borrador es la sensación de que no tenemos control alguno sobre lo que estamos haciendo. En especial, para las que somos brújula, ese caos inicial puede ser tanto emocionante como aterrador. No sabemos exactamente cómo va a desarrollarse la historia y eso puede hacer que nos sintamos perdidas o abrumadas. Pero, como ya he dicho, perderse es parte del proceso. Es normal sentir que la historia no avanza en línea recta, que a veces vamos hacia adelante y otras veces retrocedemos. Pero cada desvío, cada camino que probamos y luego descartamos, nos acerca más a la historia que queremos contar. La clave aquí es aprender a confiar en el proceso. Sí, puede que no veamos todo el camino claro desde el principio, pero no nos queda otro remedio que confiar o detenernos… Y no queremos detenernos 😊.


Por eso traigo


Una pequeña ayuda contra la ansiedad


Todas conocemos esa sensación de ansiedad que aparece al enfrentarnos a un primer borrador. Esa mezcla de nervios, el miedo a quedarnos bloqueadas y la presión de avanzar sin saber bien si lo que estamos escribiendo tiene sentido. Nos preguntamos si seremos capaces de llegar al final o si la historia que tenemos en la cabeza será igual de buena cuando la veamos en el papel. Lo sé, yo también he pasado por ahí muchas veces. De hecho, no vamos a engañarnos: cuando la historia que quiero escribir me toca muy de cerca, sigo sintiéndome así.


Afortunadamente, con el tiempo he descubierto algo que me ha permitido terminar siempre mis primeros borradores. Algo más fácil de decir que de hacer, como casi todo lo que tiene que ver con la escritura: tener claro cada día qué contenido escribir exactamente, pero sin necesidad de planificarlo todo de antemano.


Ambos parecen incompatibles, pero no lo son.


¿Cómo lo hago? Bueno, aquí es donde le doy las gracias al método de los 27 bloques de Kat O'Keefe. Básicamente, lo que hago es dividir el borrador en 27 fragmentos o partes más pequeñas. De esta manera, en lugar de enfrentarme a la inmensidad de la novela completa, cada día me concentro en un pequeño problema o una escena específica. Esto hace que el proceso sea mucho más manejable y, además, me da la libertad para improvisar dentro de cada bloque, sin sentir que tengo que seguir una ruta perfectamente definida.

Porque, aunque no planifico como tal, sé cómo se construyen las historias, sé de qué elementos y pasos se componen y eso me da la confianza para avanzar sin miedo a perderme.


Por eso he convertido el método en un programa, una guía paso a paso que se llama: Ganar el NaNo, que está diseñado específicamente para guiarte durante el NaNoWriMo, pero la realidad es que puedes usarlo en cualquier momento del año porque las instrucciones son imperecederas y atemporales. No importa si el objetivo son 5.000 palabras o 50.000, ni si escribimos todos los días o solo cuando tenemos un hueco. Lo importante es que, con esta guía, sabemos exactamente qué escribir cada día, lo que nos permite avanzar sin bloqueos y, sobre todo, sin ansiedad.


Cada día se pone el foco en un pequeño fragmento, en un paso concreto, y así, sin darte cuenta, avanzas hasta completar tu borrador. El hecho de tener un objetivo claro y alcanzable cada día te permite eliminar la ansiedad de no saber por dónde empezar o qué escribir. Te enfocas en lo que puedes hacer hoy, y lo demás viene después. Con el añadido de que cada paso forma parte de una estructura general con sentido; así que, aunque tú vayas árbol a árbol, al final tendrás un bosque coherente y bien cuidado.


Para saber cómo funciona exactamente, haz clic en el enlace. Ahí verás toda la información de un día aleatorio del reto.


Ojalá terminemos juntas nuestro próximo primer borrador.

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