Cómo inventar historias en 5 pasos
- La Escribeteca
- 17 feb
- 8 Min. de lectura

mpecemos esto de cómo inventar historias con una pregunta muy básica: ¿Conoces el proceso por el cual una oruga más bien feúcha se convierte en una mariposa bellísima, todo color y glamour? Metamorfosis, se llama, y es necesario para que el ciclo de la vida siga su curso. La mariposa pone sus huevos, esos huevos se convierten en orugas, las orugas crecen, forman crisálidas, eclosionan y renacen convertidas en mariposas que de nuevo ponen huevos. Esto se repite una y otra vez. Igual que debería pasar con nuestras novelas porque ese es el proceso de inventar novelas fascinantes.
El ciclo de vida de la novela es algo así:
En tu inquieto cerebro surge una idea
Te pones a escribir
Te atascas
Lo dejas
¿Y de qué te extrañas? Has pasado de la fase de huevo a la fase de mariposa sin parar en la oruga joven, la oruga mayor ni la crisálida. Pero no te preocupes, que para eso estamos aquí. Bienvenida a la metamorfosis de tu novela. Vamos a ver, paso a paso, cómo transformar una idea blandengue en toda una señora historia con su conflicto, sus personajes y todo lo demás.
Por qué una idea no es una historia ¿En qué consiste inventar historias?
A estas alturas todas sabemos cuál es la diferencia entre un huevo y una gallina ¿verdad? El huevo contiene a una gallina potencial (o a un gallo) y la gallina posee el potencial de poner huevos. Pero un huevo no es una gallina ni viceversa.
Pasa lo mismo con las ideas. Una idea contiene un montón de historias potenciales. Y la historia que surja a partir de la idea primigenia será capaz de inspirar ideas nuevas en mentes nuevas.
Pero para que el huevo se transforme en gallina y la idea en historia, deben pasar por sus respectivos procesos de transformación. Uno de ellos es ESP, pero de eso hablaremos más tarde.
Si hay algo mágico en esto de escribir, y todas sabéis que yo creo más en el trabajo que en la magia, ese es el momento en que el germen de una idea se ilumina en el panel de control de nuestro ordenador central. Cuando tenemos una idea, vaya.
Las ideas surgen de los lugares más peregrinos. En mi caso, las recolecto entre las líneas de obras de otras autoras, de diálogos de películas, de imágenes que encuentro en la red, de emociones atascadas… No tiene mucho mérito generar ideas. Todo el mundo tiene ideas. Lo complicado es distinguir cuando se trata de ideas aprovechables y cuando de ideíllas sin valor.
A partir de ahí, se trata de inventar historias a partir de esas ideas. Y es tan difícil que, si no sigues algún proceso de transformación lógico, lo más probable es que esas ideas se malgasten en manuscritos inacabados.
Los pasos que te doy a continuación forman un proceso, el mío. Pero no es el único, no es obligatorio que lo sigas y tampoco es mágico ni sencillo. Puedes probarlo y adaptarlo para que te funcione. Yo me limito a dejarte un hilo del que tirar.
Primer paso: cuida esa idea como oro en paño, porque lo es
Imagina que estás de safari fotográfico en una tierra fantástica y te encuentras un precioso animal de pelaje suave en el que destacan tonos rosados y azules. Te mira con unos enormes ojos confiados y quieres acercarte. Vas a dar el primer paso, pero notas que se ha puesto nervioso. El tono rosa de su lomo es ahora un poco más oscuro, le tiemblan los bigotes y husmea con ansia. ¿Qué haces?
A.- Te tiras en plancha para ver si puedes cogerlo aunque sea del rabo.
B.- Te quedas quieta a ver qué hace, lo observas con la esperanza de ganarte su confianza o de provocar su curiosidad y que se acerque él a ti.
Si has escogido la opción A, vete a la página 1, donde generas una nueva idea, porque esta se va a esconder en su madriguera y no volverás a verle el lomo rosa.
En caso contrario, felicidades. Ahora tienes una oportunidad de conocer a tu idea.
Lo que yo hago cuando se me ocurre algo que me parece apropiado para transformar en una historia, es reconocer su presencia y dejar que revolotee por las orillas de mi cabeza sin hacerle mucho caso. Así, mi idea y yo nos familiarizamos la una con la otra. Ella va cobrando consistencia, va haciéndose amiga de otras ideas que andaban por allí a la espera de ser utilizadas y, cuando está lista, llama mi atención.
Parece que estoy hablando de procesos místicos, pero no. Hay un momento anterior al trabajo que se desarrolla un poco por su cuenta, en el plano de la intuición. El cerebro tiene muchas cosas que hacer y algunas de ellas las llevamos a cabo de manera consciente, pero otras no. Esta es una de esas cosas que no.
Segundo paso: explora sin descanso
Si de verdad quieres saber cómo inventar historias a partir de ideas, olvida el mito de que una idea es un ente aislado.
Has tenido a tu idea campando a sus anchas por tu cerebro, picando de aquí y de allá y ha llegado un momento en que ya no podías ignorarla más. Perfecto, ahora te toca meterla en la bañera y lavarla bien. Ponte un traje de buceo porque va a ser una bañera profunda.
Este es el momento en el que coges un bolígrafo y escribes la idea. Sin muchos miramientos. Por ejemplo: hay una princesa que necesita dormir, pero nadie le quiere dar cama porque no se fían de ella.
¿Cómo inventar una historia a partir de esa idea aparentemente peregrina que podría transformarse en el cuento de La princesa y el guisante?
Pues metiéndote en ese traje de buceo con un cepillo de cerdas gruesas y empezando a frotar. Porque esa idea no ha venido sola. En esa idea hay una princesa, la princesa está cansada y hay gente que no se fía de ella.
Te toca sacar de tu caja de herramientas de escritora la pregunta por excelencia: ¿Por qué?
¿Por qué está cansada la princesa?
¿Por qué no se fía de ella la gente?
¿Por qué no está en su palacio?
Estas tres preguntas, que en tu caso serán otras, claro, te llevarán por múltiples caminos. Y lo harán hacia atrás, para encontrar el origen de la idea. Pero también hacia adelante, para hallar el modo de desarrollarla. Y ¿Qué es desarrollarla? Efectivamente: desarrollar ideas es inventar historias.
Cuando te sumerjas en este proceso, no te pongas límites. Llegarás a callejones sin salida e inventarás cosas, que no te sirvan para nada. De eso se trata. En medio de toda esa broza que ya podarás después, hallarás perlas brillantes. Te lo aseguro.
Tercer paso: cómo inventar historias redefiniendo la primera idea
Has dejado la idea en barbecho, has explorado sus posibilidades y ahora tienes una lista enorme de nuevas ideas que matizan la primera. Perfecto. Ya tienes material con el que empezar a trabajar. Tienes una oruga que ha empezado a comer hojas de morera. Ahora tienes que escoger las mejores para alimentarla para que la mariposa en la que se transforme sea la más bonita del lugar, se venda como churros y acabe en los expositores de FNAC, El Corte Inglés y la Casa del Libro. O en los primeros puestos de Amazon.
Durante este proceso pueden haber pasado dos cosas: que una idea nueva se haya revelado como más importante que aquella primera que tuviste o que no. En cualquier caso, escoge la idea central en este momento y anótala para tenerla en lugar visible.
Así podrás recordarte durante todo este proceso de transformación, en qué estás trabajando exactamente.
Con esa idea clara, toca trabajar en la premisa.
Porque idea y premisa no son lo mismo.
La idea es el huevo y la premisa es la oruga.
Idea: hay una princesa con insomnio Premisa: un posadero pone a prueba a una supuesta princesa mediante un ingenioso truco, Lo que pasará a continuación les sorprenderá.
Llegar de la primera a la segunda es mucho más difícil que llegar de la premisa a la historia final porque cómo inventar historias es la parte más creativa del proceso. El resto puede ser un pelín más técnico.
Puedes hacerlo mediante alguno de estos métodos:
Preguntándote ¿Y si? Mediante esta pregunta puedes relacionar la idea central con otras de las que encontraste en el proceso de exploración.
Haciendo mapas mentales: mediante círculos y flechas puedes ver el camino de tu idea central.
Haciendo un listado de lo que hace única a tu idea para convertirlo en premisa.
Sé que quizá esto se te esté haciendo un poco bola, pero es que para eso está ESP, que es un camino guiado para ayudarte con toda la metamorfosis de idea a relato o novela.
Cuarto paso: poner la idea en movimiento
Inventar historias está muy bien, pero no basta con dibujarlas y admirarlas, hay que hacer que funcionen. Como todas sabemos, las que hacen avanzar las historias son las protagonistas, así que, aunque estamos en un momento embrionario del proceso de escritura, ya podemos pedirles ayuda.
Una de las maneras más fáciles de ver cómo tu idea empieza a gatear es preguntarte cuál es el objetivo de su protagonista y cómo vas a ponérselo tan difícil como puedas.
Como todavía no has empezado a escribir porque estamos hablando de cómo inventar historias a partir de ideas, puedes usar la estrategia de la goma elástica. ¿Que no sabes lo que es eso? No hay problema, te lo cuento:
Imagina que tienes una goma elástica en las manos y que tu protagonista se encuentra en uno de sus extremos y su objetivo en el otro. Lo que tienes que hacer es estirar esa goma para que parezca que no se va a acercar al objetivo nunca. Así la desesperas. Luego, le lanzas un bote salvavidas (encoges la goma) y así creerá que avanza. Como ha superado el momento más tenso, se sentirá con fuerza para enfrentarse a tu siguiente maldad. Lánzasela. Y así hasta que te aburras.
Si después de leer esto te sientes mala persona, no es culpa mía 😉
Te recuerdo que no estás escribiendo la historia todavía, sino jugando a ser una torturadora sicológica. Algunos de los problemas y pruebas que te inventes en este momento (los obstáculos) servirán a tu historia y otros no, pero tú diviértete. Ya sabes lo que decía la canción de Toy Story: hay una sádica en mí. ¿O no era eso?
Imagina lo que tuvo que idear y descartar la autora de la princesa y el guisante hasta que terminó con una delicada niña llena de magulladuras provocadas por una gramínea.
Quinto paso: ponla guapa y adelante
¿Puede La princesa y el guisante convertirse en una novela de trescientas páginas? Yo digo que sí. Y tu idea blandengue (que ha pasado por la etapa de premisa y va camino de convertirse en una auténtica trama) también.
¿Cómo inventar historias de verdad a partir de estas ideas sencillas? Pues haciéndonos preguntas que les den mayor volumen y profundidad.
Por ejemplo, estas:
A qué niveles puedes explorar la idea inicial: si hay princesas insomnes habrá pueblo llano ¿Cómo afecta al pueblo llano el insomnio de la princesa? ¿Hay una trama política que prefiere una república insomne?
¿Qué temas hay que puedas relacionar con tu idea? Las consecuencias de la falta de sueño son interesantes, averiguar de dónde puede sacar un posadero siete colchones es interesante, la mística del número siete es fascinante.
¿Podemos relacionar a la princesa y su insomnio con otras tramas?
Como ves, el único truco para transformar una idea en una historia es trabajarla. Puedes hacerlo de muchas maneras. Escribe sin planificar es el mejor método que he encontrado.
Consiste en 30 preguntas estructuradas en seis módulos.
Recibes una pregunta al día, la contestas en 15 minutos y una tutora de La Escribeteca te da su feedback.
Después de 30 días tendrás una idea compleja, rica, llena de capas y parcialmente desarrollada.
Porque escribimos desde el primer día.
Para que te hagas una idea


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Un método que puedes replicar todas las veces que quieras porque tendrás acceso al contenido para siempre.
Yo no me lo pensaría.
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