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Obstáculos: qué son y cómo utilizarlos



El ritmo de la narración es una parte muy importante de cualquier novela y está muy relacionado con el tratamiento que le des a los obatáculos en la misma.


Cuando leemos nos damos cuenta de que la acción fluye con más o menos rapidez. Somos capaces de decir si una obra es trepidante o demasiado lenta para nuestro gusto.


Pues bien, los obstáculos, sobre todo cierto tipo de ellos, están muy relacionados con la creación del ritmo. Y también y sobre todo con la creación y la disipación de la TENSIÓN.


Por una parte tenemos obras como Indiana Jones, de ritmo ágil, en las que los obstáculos se suceden sin cesar y el profesor Jones debe salvarlos para acercarse cada vez más a su objetivo. En obras más reflexivas suele haber menos obstáculos y superarlos requiere más tiempo de lectura. Se dice de este tipo de narraciones que son más lentas.


En obras realmente bien diseñadas, los obstáculos se construyen alrededor del tema principal. Por ejemplo, en Regreso al futuro, hay obstáculos que se relacionan sobre todo con dos elementos: el tiempo y las relaciones. Hay más, pero estas dos categorías son las principales.


Qué es la tensión narrativa


La tensión es uno de los elementos que debes manejar con soltura en tu narración. Por poner un ejemplo gráfico, jugar bien con la tensión es como tomar a tu lectora de la nariz y llevarla por donde quieras. Si haces que se angustie y se relaje con la cadencia perfecta, jamás se separará de tu libro.


La tensión ha de comenzar en un punto determinado, no demasiado bajo; recuerda que una de las funciones del inicio de cualquier narración es atraer el interés. Y una de las maneras de lograrlo es creando tensión.


La tensión asciende durante todo el comienzo y aumenta hasta el momento en el que encontramos el primer punto de giro, que es lo que hace que comience el nudo.

Sería algo así:





La línea roja es la tensión que debes crear a medida que desarrollas tu obra. Aunque en realidad debería ser una línea dentada.


Si con cada obstáculo haces que la tensión general aumente, también debes ser capaz de que, al resolver cada uno de ellos, la tensión puntual, la de ese momento, se disuelva. Tu protagonista va cuesta arriba y saltando vallas. De tal manera que tu lectora respira y se relaja después de cada prueba, pero en realidad va acumulando tensión porque cada una de esas pruebas la acerca más al momento de tensión por excelencia, que es el clímax.

Sería algo más parecido a esto:





Tienes que darle a la lectora la posibilidad de asumir cada una de las acciones que suceden en tu narración. A veces incluso los personajes necesitan ese respiro. Piensa en la salida de Moria en El señor de los anillos. La Compañía acaba de perder a Gandalf, pero Trancos no les da la opción de descansar. Deben seguir adelante porque si no, el enemigo los atrapará al descubierto. Es Boromir el que le dice a Trancos, de no muy buenos modos, que les dé un respiro, que necesitan recuperarse de la pérdida.


Si no ofrecemos a lectoras y personajes esta oportunidad de recuperarse, crearemos la impresión de que lo que ha sucedido carece de importancia. Y eso es algo que no podemos permitirnos. Si escribimos un obstáculo, si nuestra heroína tiene que superar una prueba, la misma debe tener sentido. Y por tanto será de igual importancia para personajes y lectoras.



Tipos de tensión y tipos de obstáculos


Tal y como se desprende de los dos gráficos y de lo que hemos dicho hasta ahora, existen dos tipos de tensión y dos tipos de obstáculos íntimamente relacionados.


Tensión continuada: la línea ascendente del gráfico anterior. Esta tensión es la que se deriva de la lucha por la consecución del objetivo principal de la protagonista. O sea, la tensión derivada del conflicto.

No la confundas con la tensión sostenida que se deriva de algún obstáculo que es inherente a la protagonista. Por ejemplo, si tienes a una chica muy tímida cuyo objetivo es echarse novia, su timidez es un obstáculo que creará un tipo de tensión que se sostendrá durante toda la obra.


Tensión puntual: la que se deriva de salvar los obstáculos puntuales que vamos lanzándoles a nuestros personajes.


Y de esto se deduce que hay, básicamente, dos tipos de obstáculos:

Internos: los que se derivan de su educación, posición social, limitaciones emocionales o físicas, etc.


Externos: los que tú, ¡oh, diosa creadora de su vida, sus miserias y sus alegrías! le lanzas.


Si en vez de una obra literaria estuvieras escribiendo un guion para El Grand Prix, los obstáculos externos serían las pruebas (el clímax posiblemente fuera la vaquilla) y los obstáculos internos, la forma física de los concursantes, o su pánico escénico si lo tuvieran.



En qué lugar de la novela deben colocarse los obstáculos


Como hemos dicho, la tensión debe ir en ascenso. Eso quiere decir que la dificultad para superar obstáculos también debe aumentar. Es decir, los primeros deben ser más fáciles de superar que los últimos. A medida que la protagonista avance en la historia,las pruebas que deba superar serán más y más difíciles.


Ten en cuenta que esto no se aplica para el obstáculo que causa tensión de forma continuada. En Regreso al futuro (una vez más), el mayor obstáculo de Marty para volver a 1985 es encontrar el combustible necesario para lograrlo. Eso es una constante. Y en esta película magistralmente narrada, cómo solventar ese obstáculo ni siquiera es cosa del protagonista, sino del hombre que lo metió en ese lío.


Pongamos otro ejemplo cinematográfico. En Titanic, el choque con el iceberg y el hundimiento están en nuestras cabezas desde el principio y son un obstáculo que ya sabemos insalvable. Son los hechos que tienen lugar durante la travesía y las pruebas que los amantes deben superar lo que sufre una progresión en cuanto a dificultad. Por supuesto, una vez empieza a entrar agua en el barco, las dificultades se multiplican.



Tipos de progresión de los obstáculos


Progresión social


En obras donde el tema y la extensión lo permiten, la historia suele comenzar con muy pocos personajes involucrados. Fíjate en Barro. Empieza con Alicia y su madre para pasar a hablar de sus amigas y más tarde de las habitantes de un mundo nuevo.


Lo que ocurre es que las acciones de la protagonista comienzan por afectarla solo a ella, más tarde el efecto se extiende a su entorno más cercano y, en una última fase, pueden tener consecuencias sobre toda la humanidad.


Si la protagonista es una persona con alguna sensibilidad o conciencia, que sus acciones afecten a terceros puede convertirse en un obstáculo que le impida actuar. O que la obligue a actuar en contra de sus principio o que la alejen de su objetivo.


La manera más o menos natural de hacer esto es comenzar con un problema íntimo que se ramifica hacia fuera hasta que afecta al devenir del mundo entero. Por este motivo, muchas de las protagonistas de grandes obras ejercen siempre las mismas profesiones: abogadas, médicas, policías, políticas o espías. Este tipo de protagonistas influyen en su entorno de manera muy evidente. Aunque hoy en día la concepción de la sociedad como red interconectada y la aparición de internet, que la propició, permiten que cualquier persona pueda protagonizar una gran historia de ficción. Esto nos da la posibilidad de escribir protagonistas de todo tipo y condición.



Progresión personal


En Micosis, de Enerio Dima, el problema que funciona como núcleo de la trama se ha extendido ya a nivel mundial, pero llega un momento en que se focaliza sobre una persona: la protagonista. Ella sienta, reflexiona y toma decisiones.


Hablamos de progresión personal cuando los obstáculos ejercen un efecto profundo en las relaciones íntimas de los personajes y en su propia personalidad.


Cuando por extensión o por temática una novela no nos permite ramificar hacia fuera, la solución es profundizar hacia el interior. Toda la producción de novelas intimistas y reflexivas encaja en este tipo de progresión.


El conflicto suele ser personal e interno y, para solucionarlo, la protagonista debe conocerse a sí misma más profundamente y comprenderse mejor.


Progresión simbólica


Esto es algo que a veces sucede un poco por arte de magia. Se trata de ir desde lo particular a lo universal o desde lo específico a lo arquetípico. ¿Cómo se hace? Se narran al principio acciones que solo se representan a sí mismas y a medida que avanza el relato empiezan a usarse elementos con mayor carga universal.


En Barro, la historia comienza con una hija que no soporta a su madre y, a medida que Alicia avanza por el farragoso mundo fantástico, la novela introduce conceptos como la identidad, el paso de la juventud a la edad adulta, la necesidad de eliminar las expectativas ajenas sobre uno mismo, etc.


¿Qué elementos literarios se utilizan para conseguir esto? Pues todos los que están a tu alcance y que resuenan con las lectoras: imágenes, ambientación, lenguaje y acontecimientos propiamente dichos.


Alicia y su madre se enfrentan por primera vez en una casa común y corriente. En la última ocasión en la que se ven las caras, Alicia fuerza su segundo nacimiento a través de una tráquea. La imagen del útero y del vómito resuenan de una manera tan visceral que algunas personas se han sentido realmente removidas por dentro.


Sarah Connor pasa de camarera a diosa madre mediante una huida más bien azarosa por las calles de Los Ángeles, que funcionan como un laberinto clásico. Terminator nos cuenta la historia de unos robots que persiguen a una persona aparentemente normal. A medida que la historia avanza, nos enteramos de que la vida de Sarah es crucial para la historia porque tiene que dar a luz al salvador. Como la virgen María, Sarah Connor dará a luz al elegido. Curiosamente, las iniciales de ese elegido son J. C.



Progresión irónica


Cuando las protagonistas realizan un tipo determinado de acciones y estas conducen a resultados no esperados hablamos de progresión irónica. El resultado de las decisiones de los personajes es agridulce. Robert McKee en El guión establece una larga lista de tipos de progresiones irónicas:


1. La protagonista consigue lo que siempre ha querido, pero es demasiado tarde para retenerlo. Por ejemplo, en Casablanca, Ilsa y Rick se confiesan que siempre se han querido, pero no pueden permanecer juntos.


2. Las acciones de la protagonista la empujan en dirección contraria a su objetivo, pero al final descubre que la han llevado hasta él. En Stardust, de Neil Gaiman, el protagonista sale en busca de una estrella que le ganará el amor de la mujer a la que quiere conseguir. La aventura lo aleja de esa mujer, pero lo acerca al amor verdadero.


3. La protagonista hace todo lo que puede por librarse de algo. Al final descubre que ese algo es justo lo que necesita. Sucede mucho en historias protagonizadas por un grupo de chavales que marginan a uno de ellos (antes solía ser una chica) hasta que este los odia. Pero en el momento clave se dan cuenta de que sin ella/él nada es lo mismo.


4. Quiere alcanzar un objetivo, pero de manera inconsciente da todos los pasos necesarios para alejarse de él.


5. Lo que la protagonista hace para conseguir su objetivo es justo lo que debía hacer para destruirse a sí misma. En La llave del mal, una de mis películas favoritas de terror, la protagonista no cree en el Hoodoo (una especie de vudú), pero se ve envuelta en un ambiente tan aterrador que decide realizar un ritual de protección. Los villanos la han engañado y el ritual es en realidad muy, muy negativo para ella. Lo mismo en The Dark. Para salvar a su hija de un trato sobrenatural, la madre realiza el mismo pacto. Lo que no sabe es que la hija no es víctima, sino verdugo. Así que, en lugar de salvar a su hija, que jamás corrió peligro, la madre queda atrapada en un mundo de pesadilla.


La clave para crear una buena progresión irónica es jugar con la certeza y la precisión. En los ejemplos anteriores todos los personajes actúan convencidos de que sus acciones los llevarán a un lugar determinado. Pero esto no siempre es así.


Se trata de personajes que conocen cómo funciona el mundo en el que habitan, quieren conseguir algo y trazan un plan para lograrlo. Pero las reglas cambian; o a lo mejor es que nunca fueron como ellos pensaban.



Obstáculos y transición


¿Cómo se pasa de la narración de un obstáculo al siguiente? Hay muchas formas de crear transiciones. La más clásica y menos complicada es colocar un símbolo determinado (tres asteriscos, por ejemplo) para marcar el cambio de escena. O un doble Intro. O simplemente señalar el cambio de capítulo con un número.


Sin embargo, tu lectora agradecerá que existan conexiones entre un capítulo y el siguiente. Aunque ambos los protagonicen personajes diferentes. Puedes lograr esto usando alguno de los siguientes elementos de transición y cohesión:


1. Elementos de caracterización de personajes, que pueden ser correlativos o pueden funcionar por contraste. Niños desastre, muy desordenados, que siguen siéndolo de adultos. Puedes mostrar el desorden en sus habitaciones. O el mismo niño desastroso que se convierte en un hombre pulcro y elegante, pero tiene un cajón desorganizado que revela que todavía queda algo de su antiguo yo.


2. Una acción que se repite en ambas escenas o que evoluciona de una a otra. Por ejemplo, si se ha salvado un obstáculo con una lucha a muerte, el siguiente fragmento puede empezar con la heroína curándose las heridas. Esto tendrá más sentido que enfrentarla directamente al siguiente obstáculo. Piensa que cuando colocas una prueba en una obra es porque de alguna manera importa que esa prueba se supere. Si no le das a la lectora la oportunidad de saborear la victoria o de reflexionar sobre la derrota, parecerá que no importaba. Y si no te importa a ti, ¿por qué iba a importarle a quien te lee?


3. Un objetivo común. La lista de nombres de Arya Stark es un motivo que se repite tantas veces que casi somos capaces de identificar en qué momento de su vida está solo repitiéndola.


4. Una palabra. La lista que acabamos de mencionar también es una palabra, pero no tiene por qué tratarse de una palabra que haga referencia a un objetivo. Un recuerdo que se haya asociado a una palabra concreta aparecerá en la mente de la lectora cada vez que lea esa palabra en tu obra. Así podrás unir los diferentes fragmentos de tu narración.


5. El paisaje o un sonido que se repite o que es muy similar en dos escenas consecutivas servirá de nexo de unión entre ambas.


Intenta estudiar un par de escenas seguidas aleatorias de una buena obra y busca sus elementos de unión.

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