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Diseño básico de personajes 1

Actualizado: 3 ene 2022



A pesar de que en el módulo ¿Qué son los personajes? Dijimos lo contrario, quizá los personajes no sean lo más importante de la novela.


Es cierto que sin personajes no hay historia, pero no es menos cierto que la población de tu novela se encuentra a merced de los hechos que suceden en ella. Si no les pasa nada, ¿qué interés tienen los personajes? Cuando abrimos un libro queremos ver lo que hacen, cómo reaccionan. Deseamos comprobar de qué manera solucionan los problemas que se les presentan. Nos interesa saber cómo saldrán de esas arenas movedizas en las que has transformado sus vidas.


Conocer la historia, al menos de manera superficial, nos da las pistas que necesitamos para diseñar personajes que transiten por ella y que arrebaten los corazones a las lectoras. Así las convenceremos de que sigan leyendo.


Conocer los mimbres de la historia nos da las pistas que necesitamos para diseñar personajes que transiten por ella. Si estos cuentan con varias dimensiones, la obra final será más rica.


Cuando J.K. Rowling abre Harry Potter y la piedra filosofal de la manera en que lo hace, nos presenta a dos personajes que sirven para incitarnos a seguir leyendo:


El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran muy normales, afortunadamente. Eran las últimas personas que se esperaría encontrar relacionadas con algo extraño o misterioso, porque no estaban para tales tonterías.

Es la mención a la normalidad de los Dursley lo que nos hace creer que algo extraño y misterioso pasará. Y la novela no nos defrauda. Está llena de hechos maravillosos y profundamente extraños. Y el modo en el que esos acontecimientos afectan a los personajes es lo que nos anima a seguir leyendo. Pero, para que la interacción entre trama y personaje tenga significado, estos últimos deben poseer algún tipo de profundidad. Los muñecos de cartón piedra no son más que lo que parecen: carecen de trasfondo, de principios, de moral. Reaccionarán de manera automática.


Y lo que tú quieres es conseguir que las reacciones de tus protagonistas parezcan orgánicas, como tomadas por personas reales. Por eso es buena idea dotar a los personajes de tres dimensiones.


Los personajes con varias dimensiones nos muestran diferentes facetas de sí mismos. A veces, contradictorias. Y eso hace que parezcan personas de verdad y resulten verosímiles.


Veamos, pues, cómo se les da la profundidad necesaria a los personajes que van a poblar nuestras obras, para que no sean meras figuras huecas y sin propósito. Echa un vistazo a los personajes de las fotografías ¿A que eres capaz de describir su personalidad con pelos y señales? Pues eso es lo que debes conseguir que tus lectoras hagan con tus propias creaciones.




La primera dimensión del personaje, lo que se ve a simple vista


La primera dimensión del personaje la compone todo aquello que percibimos de una persona a través de una mirada o un diálogo superficial.


Vemos su aspecto, su actitud, su manera de hablar, sus tics y manías. Todo eso nos da una pista de cuál es su lugar en el mundo.


Por supuesto, esto que percibimos así, por encima, puede ser la persona real o la máscara, más o menos opaca, que esa persona escoge para vivir en sociedad. Tendremos que conocerla más en profundidad para saber si esta primera dimensión es verdadera o no.


Cuando trabajes esta parte de tu personaje es importante que evites los clichés. ¿Cuántas veces has encontrado entre las páginas de un libro a esa vecina mayor llena de gatos, afable y cariñosa, que se convierte en el refugio de la adolescente de al lado? ¿Cuántas veces has leído acerca de esa adolescente vestida de negro de arriba abajo que en realidad tiene un corazón tan tierno como las zanahorias baby? ¿El padre que trabaja mucho y adora a sus hijos, pero no sabe cómo hablar con ellos y siempre parece un monstruo?


Por favor, no uses esos personajes que se han convertido en auténticas caricaturas de sí mismos.


Veamos un vídeo cortito. Presta atención a los primeros 25 segundos




Y ahora, si quieres, puedes hacer este ejercicio sobre la primera dimensión del personaje.






Segunda dimensión: el mundo interior y el trasfondo


La segunda dimensión de tus personajes está compuesta por su trasfondo, su historia personal, aquellos hechos del pasado que determinan las acciones del presente.


Es prácticamente imposible que en el mismo momento en que conozcamos a alguien sepamos que aquel día de hace veinte años estuvo a punto de caerse al río y por eso ahora se echa a temblar con solo oír una corriente de agua.


Este tipo de datos es algo que aprendemos de nuestras amigas con el tiempo y de los personajes de una novela a medida que pasan las páginas.


Conviene que pienses en ello antes de empezar a escribir porque si conoces el pasado de tus personajes podrás plasmar en tu novela acciones y reacciones que tus lectoras perciban como lógicas y coherentes.


Esta investigación detectivesca acerca de tus personajes es necesaria para los principales, pero para nada imprescindible en personajes secundarios y personajes de soporte. Tenlo en cuenta.


Es importante que esta segunda dimensión refleje también los miedos, deseos, rencores acumulados, etc. que conforman tu personaje.


Si tu protagonista se ha estado comportando de una manera muy rara y tus lectoras llevan un montón de páginas levantando la ceja porque algo no les cuadra, pero luego te las apañas para contar los motivos de esas rarezas, el efecto será muy positivo y las animará a seguir con la lectura.


El trasfondo de tus personajes es su pasado personal, lo que les ha marcado y convertido en lo que son en el presente. Muchas veces ese pasado es traumático, sin embargo, nada te impide crear personajes con un pasado feliz. Recuerda que la clave es que, decidas lo que decidas, tus personajes no deben ser perfectos.


Echa un vistazo al siguiente vídeo y contesta a las preguntas





Tercera dimensión: ideología y moral


Hemos hablado de aspecto externo y personalidad aparente, trasfondo y mundo interior y, por fin, la tercera dimensión: la ideología y moral de tus personajes.


El trasfondo del personaje explica ciertos aspectos sobre su comportamiento más irracional, pero son sus ideas, sus principios y su moral las que lo empujan a actuar de una manera y no de otra.


Al final, en la vida no nos define lo que pensamos, sino lo que hacemos. Y lo que hacemos suele responder a nuestros principios y convicciones. Muchas veces nos encontramos ante conflictos irresolubles porque algunas de esas convicciones chocan entre sí.


Por ejemplo, podemos defender firmemente en el principio de respetar la vida ajena y también en que hay que aplicar la ley en todo su rigor. ¿Qué pasaría si un personaje que creyese en ambas se encontrase con que su hija ha matado sin querer a otra niña? ¿La denunciaría a la policía? ¿Ocultaría el hecho? ¿Y si la pena por asesinato fuese la muerte?


Este tipo de conflictos hacen que tus lectoras empaticen con tus personajes y quieran saber lo que les pasa. Y eso es precisamente lo que buscas.


Diseñar la tercera dimensión de tus personajes te permitirá someterles a altos grados de tensión, algo que emocionará a tus lectoras.


Algunas ideas para poner en práctica la creación de personajes tridimensionales


Todo lo que hemos visto hasta ahora suena genial, pero ¿cómo puedes ponerlo en práctica? A continuación te dejo algunos consejos que pueden servirte.


Deja espacio para la sorpresa


Quieres, y tus lectoras también, personajes coherentes. Pero coherente no significa aburrido ni predecible. A veces todos hacemos algo que «no nos pega». Lo bueno de estas salidas de tono es que te permiten explicar los motivos y lograr que tu protagonista parezca todavía más real.



Haz que tus personajes tengan un propósito


Todas buscamos nuestra razón de vivir y nos preguntamos de vez en cuando si el destino existe, si habremos nacido con un propósito definido o no. Las novelas son el lugar perfecto para jugar con esa idea. Si les das a tus personajes una misión, un sentidode la vida —no me refiero al objetivo concreto que persiguen en la historia, sino a algo más trascendente—, conseguirás que sean más profundos.


Tu protagonista puede estar muy comprometida con hacer del mundo un lugar mejor. Imagina que para lograrlo debe cerrar una fábrica altamente nociva. Pero se entera de que, si lo consigue, una ciudad entera se quedará sin medios para subsistir.


Este tipo de conflictos entre objetivo y propósito dan mucho juego y permiten crear personajes complejos de verdad.


No expliques las emociones, muéstralas


Las emociones están para que tus lectoras las sientan. De nada sirve que tu narradora diga que la protagonista estaba asustada. En cambio, si describes los ojos abiertos como platos, los pelos de punta, la piel de gallina, un ligero temblor incontrolable y las ganas de marcharse de esa habitación oscura en la que se encuentra, el miedo resulta palpable.


Todas las emociones conllevan alguna consecuencia física. Explótalas y tus personajes parecerán más vivos.


Usa tu propio bagaje emocional


En muchas ocasiones me preguntan si lo que escribo habla de mí, si yo soy la protagonista de mis historias. La respuesta siempre es la misma: no.


Por si las dudas: no he matado a mi prima pequeña, ni he vivido en la época de Jesús de Nazaret ni he visitado un mundo fantástico en el que haya perdido la memoria. Ya me gustaría.


Lo que sí hago siempre que puedo es acudir a mis emociones reales. Si quiero transmitir miedo, procuro acordarme de qué me da miedo a mí y cómo me siento cuando estoy asustada. Si quiero escribir una historia de amor, acudo a mis primeros amores adolescentes y trágicos en busca de intensidad. Y así con todas las emociones. Prueba a hacer lo mismo. Al principio el experimento te revuelve un poco por dentro, pero el resultado merece la pena.


Aprovecha las posibilidades del diálogo


Una preguntita de nada: tú, cuando hablas, ¿siempre dices lo que piensas?


Pues tus personajes tampoco. Pueden ser más amables de lo que querrían, pueden manipular, adular o mentir directamente. Lo bueno es que tus lectoras tienen acceso tanto a lo que tus personajes dicen como a lo que piensan. Y como pueden comparar ambas visiones, disfrutan de una visión más completa y mejor de los personajes. Aprovecha esta posibilidad para dar a conocer los dobleces de tu protagonista y sus muchas facetas.



Ahora que ya sabes cuáles son las tres dimensiones de los personajes ¡Descubre al personaje en sí!


Cuando los personajes parecen flotar sin rumbo fijo, lo que suele pasar es que la autora no conoce el mundo en el que viven. Y el resultado es que fallan los detalles.


No es lo mismo escribir sobre una camarera sin haber trabajado en un restaurante que habiéndolo hecho. La experiencia da acceso a muchos pormenores que no pueden adquirirse de otro modo ¿o quizá sí?


Cuando decimos que una escritora solo muestra en una narración el diez por ciento del trabajo realizado hablamos, entre otras cosas, de la investigación de los personajes.


¿Cómo podemos conocer a nuestros personajes y su mundo y trasladar esa información a nuestra obra?


Cómo investigar al personaje


Habrás oído a hablar de autoras que se lían la manta a la cabeza y se hacen pasa por narcotraficantes para escribir sobre el tráfico de drogas. Afortunadamente, hay maneras más sencillas de obtener buenos resultados (mientras mantienes intacto el pellejo).


Investigación general


Si eres una escritora de vocación, es posible que observes a la gente de manera activa, con intención. Yo lo hago: cuando veo a dos personas discutiendo trato de que no noten que analizo sus movimientos, las expresiones de sus rostros. Esto es lo que se conoce como investigación general.


En segundo lugar, todas las personas somos expertas en algo. Somos expertas en nuestro trabajo y en nuestros hobbies, así que podemos escribir sobre personajes que hagan lo que nos gusta hacer. Esa investigación es un poco más específica que la anterior y también la llevamos de serie.


Y hay una tercera clase de investigación general, que es la que hacemos cuando estudiamos algunas disciplinas, como Psicología o Historia. Temas que nos ayudan a crear diferentes estados de ánimo y a saber cómo determinadas personas de determinada clase social se comportarían en una época determinada, por ejemplo.


Toda esta investigación general nos sirve, pero no nos da el tipo de detalles que necesitamos para que nuestros personajes sean creíbles y parezcan de carne y hueso. Para eso necesitamos echar mano de la investigación específica.


Si defines todos esos elementos de manera adecuada, tendrás como resultado un personaje que hablará, se moverá e interactuará con el mundo de una manera única.


Investigación específica


Es la que se lleva a cabo para conocer al personaje en mayor profundidad. Para ello se estudia el contexto en el que vive, que está formado por su profesión, las características del lugar en el que se encuentra, el periodo histórico en el que se desarrolla su vida y las diferentes influencias culturales que impactan sobre él.


La presentación del personaje


Durante la presentación del personaje, tus lectoras reciben toda esta información por primera vez. Y debes apañártelas para que no sea un momento agobiante, ni ahogar la narración con datos o aburrir. Para ello:

  • Haz que tus lectoras se interesen por tus personajes metiéndolos en problemas cuanto antes.

  • Mantén a tus lectoras bien informadas acereca de dónde se encuentran en cada momento. Dosifica la información. Incluye solo la necesaria en cada escena para darles tiempo a que se acostumbren a tus escenarios y a tus protagonistas.

  • Haz que la voz del personaje quede clara cuánto antes. Esto ayudará a establecer el tono de la novela, también.

  • Aunque existen muchas obras de ficción (sobre todo relatos) en las que los personajes no tienen nombre, es mejor que los bautices. Así tus lectoras sabrán cómo dirigirse a ellos.

  • Si vas a introducir a tus personajes mediante una descripción, procura que esta sea dinámica y no un ladrillo lleno de datos. Recuerda que quieres que tu personaje sea una persona, no una fotografía. Lo que hace es lo verdaderamente importante.

  • Procura que los nuevos personajes aparezcan en párrafos nuevos.

Compara el vídeo (en inglés) con el párrafo de Lo que el viento se llevó que transcribimos más abajo.




Scarlett O’Hara no era bella, pero los hombres no solían darse cuenta de ello hasta que se sentían ya cautivos de su embrujo, como les sucedía a los gemelos Tarleton. En su rostro contrastaban acusadamente las delicadas facciones de su madre, una aristócrata de la costa, de familia francesa, con las toscas de su padre, un rozagante irlandés. Pero era el suyo, con todo, un semblante atractivo, de barbilla puntiaguda y de anchos pómulos. Sus ojos eran de un verde pálido, sin mezcla de castaño, sombreados por negras y rígidas pestañas, levemente curvadas en las puntas. Sobre ellos, unas negras y espesas cejas, sesgadas hacia arriba, cortaban con tímida y oblicua línea el blanco magnolia de su cutis, ese cutis tan apreciado por las meridionales y que tan celosamente resguardan del cálido sol de Georgia con sombreros, velos y mitones.


Sentada con Stuart y Brent Tarleton a la fresca sombra del porche de Tara, la plantación de su padre, aquella mañana de abril de 1861, la joven ofrecía una imagen linda y atrayente. Su vestido nuevo de floreado organdí verde extendía como un oleaje sus doce varas de tela sobre los aros del miriñaque y armonizaba perfectamente con las chinelas de tafilete verde que su padre le había traído poco antes de Atlanta. El vestido se ajustaba maravillosamente a su talle, el más esbelto de los tres condados, y el ceñido corsé mostraba un busto muy bien desarrollado para sus dieciséis años. Pero ni el recato de sus extendidas faldas, ni la seriedad con que su cabello estaba suavemente recogido en un moño, ni el gesto apacible de sus blancas manitas que reposaban en el regazo conseguían encubrir su personalidad. Los ojos verdes en la cara de expresión afectadamente dulce eran traviesos, voluntariosos, ansiosos de vida, en franca oposición con su correcto porte. Los modales le habían sido impuestos por las amables amonestaciones y la severa disciplina de su madre; pero los ojos eran completamente suyos. A sus dos lados, los gemelos, recostados cómodamente en sus butacas, reían y charlaban. El sol los hacía parpadear al reflejarse en los cristales de sus gafas, y ellos cruzaban al desgaire sus fuertes, largas y musculosas piernas de jinetes, calzadas con botas hasta la rodilla. De diecinueve años de edad y rozando los dos metros de estatura, de sólida osamenta y fuertes músculos, rostros curtidos por el sol, cabellos de un color rojizo oscuro y ojos alegres y altivos, vestidos con idénticas chaquetas azules y calzones color mostaza, eran tan parecidos como dos balas de algodón.


Fuera, los rayos del sol poniente dibujaban en el patio surcos oblicuos bañando de luz los árboles, que resaltaban cual sólidas masas de blancos capullos sobre el fondo de verde césped. Los caballos de los gemelos estaban amarrados en la carretera; eran animales grandes, jaros como el cabello de sus dueños, y entre sus patas se debatía la nerviosa traílla de enjutos perros de caza que acompañaban a Stuart y a Brent adondequiera que fuesen. Un poco más lejos, como corresponde a un aristócrata, un perro de lujo, de pelaje moteado, esperaba pacientemente tumbado con el hocico entre las patas a que los muchachos volvieran a casa a cenar.


Entre los perros, los caballos y los gemelos hay una relación más profunda que la de su constante camaradería. Todos ellos son animales sanos, irreflexivos y jóvenes; zalameros, garbosos y alegres los muchachos, briosos como los caballos que montan, briosos y arriesgados, pero también de suave temple para aquellos que saben manejarlos.


Aunque nacidos en la cómoda vida de la plantación, atendidos a cuerpo de rey desde su infancia, los rostros de los que están en el porche no son ni débiles ni afeminados. Tienen el vigor y la viveza de la gente del campo que ha pasado toda su vida al raso y se ha preocupado muy poco de las tonterías de los libros. La vida es aún nueva en la Georgia del Norte, condado de Clayton, y un tanto ruda como lo es también en Augusta, Savannah y Charleston. Los de las provincias del Sur, más viejas y sedentarias, miran por encima del hombro a los georgianos de las tierras altas; pero allí, en Georgia del Norte, no avergonzaba la falta de esas sutilezas de una educación clásica, con tal de que un hombre fuera diestro en las cosas que importaban. Y las cosas que importaban eran cultivar buen algodón, montar bien a caballo, ser buen cazador, bailar con agilidad, cortejar a las damas con elegancia y aguantar la bebida como un caballero. Los gemelos sobresalían en estas habilidades, y eran igualmente obtusos en su notoria incapacidad para aprender cualquier cosa contenida entre las tapas de un libro. Su familia poseía más dinero, más caballos, más esclavos que otra ninguna del condado, pero los muchachos tenían menos retórica que la mayoría de los vecinos más pobres de la región.


Esta era la razón de que Stuart y Brent estuvieran haraganeando en el porche de Tara en aquella tarde de abril. Acababan de ser expulsados de la Universidad de Georgia (la cuarta universidad que los expulsaba en dos años), y sus dos hermanos mayores, Tom y Boyd, habían vuelto a casa con ellos por haberse negado a permanecer en una institución donde los gemelos no eran bien recibidos. Stuart y Brent, consideraban su última expulsión como una broma deliciosa, y Scarlett, que no había abierto con gusto un libro desde que saliera, un año antes, de la academia femenina de Fayetteville, lo encontraba tan divertido como ellos.


—Ya sé que ni a Tom ni a vosotros dos os importa que os hayan expulsado —dijo—. Pero ¿qué me decís de Boyd? Está decidido a instruirse, y vosotros le habéis hecho salir de las universidades de Virginia, de Alabama y de Carolina del Sur, y ahora de la de Georgia. A ese paso no acabará nunca.


—¡Oh! Puede estudiar leyes en el despacho del juez Parmalee, en Fayetteville —contestó Brent despreocupadamente—. Además, no importa gran cosa. Hubiéramos tenido que volver a casa de todos modos antes de fin de curso.


—¿Por qué?


—¡La guerra, tonta! La guerra va a estallar el día menos pensado, y no imaginarás que ninguno de nosotros va a seguir en el colegio mientras dure la guerra, ¿verdad?


—Ya sabéis que no va a haber guerra —replicó Scarlett, enojada—. Nadie habla de otra cosa. Ashley Wilkes y su padre dijeron a papá la semana pasada precisamente que nuestros delegados en Washington llegarían a… a un acuerdo amistoso con el señor Lincoln sobre la Confederación. Y, además, los yanquis nos tienen demasiado miedo para luchar. No habrá guerra alguna, y ya estoy harta de oír hablar de eso.


—¿Que no va a haber guerra? —protestaron con indignación los gemelos, como si se sintieran defraudados—.


—¡Claro que habrá guerra, querida! —dijo Stuart—. Los yanquis pueden tenernos mucho miedo; pero, después de ver la forma en que el general Beauregard los arrojó anteayer de Fort Sumter, tendrán que luchar o quedarán ante el mundo entero como unos cobardes. Si la Confederación…


Scarlett hizo un gesto de enfado e impaciencia.


—Si nombráis la guerra una sola vez más, me meto en casa y cierro la puerta. Nunca he estado en mi vida tan harta de una palabra como de esta de Secesión. Papá habla de guerra mañana, tarde y noche, y todos los señores que vienen a verle se exaltan hablando de Fort Sumter, Estados, derechos y de Abraham Lincoln, hasta que me ponen tan nerviosa que de buena gana me echaría a llorar. Ese es también el tema de conversación de los muchachos que no saben hablar de otra cosa; de eso y de su Milicia. No ha habido diversiones esta primavera porque los chicos no saben hablar de otra cosa. Me alegro infinito de que Georgia esperase a que pasaran las Navidades para separarse, pues de lo contrario nos hubiera estropeado las reuniones de Pascuas. Si volvéis a decir una palabra de la guerra, me meto en casa.


¿Te atreves a reescribir la presentación de estos personajes de una manera más actual? No hace falta que incluyas toda la información, solo la más relevante para captar el interés de tus lectoras.


¡Hazlo en un comentario y espera el feedback de tus compañeras!

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